Introducción

    ¿Quién no ha tenido alguna vez la necesidad de escribir algo? Una carta, un listado, un informe, un currículum..., la lista de la compra, una canción a la luna... Algunas de estas necesidades se solventan con un papel, un simple bolígrafo y algo de inspiración. Pero otras conviene que tengan una cuidada presencia, un aspecto ordenado, una uniformidad en el texto..., en fin, cosas que no son nada fáciles de hacer si no dispones, por ejemplo, de una máquina de escribir.

    Pero, ante una equivocación ¿qué hacer? Ya sabes, acudir al typex, o la goma de borrar tinta (sí, esa, la destrozapapeles)..., en definitiva, a los ‘vistosos’ borrones. Y no digamos si fuera menester incorporar al texto un gráfico o una imagen: hay que dejar el hueco para la figura y luego recortarla hasta hacer que encaje y pegarla.

    A todo esto, ni hablar de tener que solventar la omisión de un párrafo en la mitad de un documento, o una actualización posterior de los contenidos. Esto supone, irremisiblemente, rehacer de nuevo una página, o varias, o el documento entero. ¿Volver a escribirlo? ¡Una tortura!

    ¿Hemos dicho máquina de escribir? ¡Pero si eso es ya de otro siglo! Ahora lo que se lleva son los procesadores de textos, unos programas informáticos que, desde cualquier ordenador, facilitan la creación y edición de documentos escritos.

    ¿Edición de documentos? He aquí la clave; es decir, que tenemos la posibilidad de modificarlos tantas veces como queramos, guardarlos en soporte electrónico (disquetes de ordenador o memorias electrónicas, para que nos entendamos) y recuperarlos más adelante, de manera que si nos arrepentimos de lo escrito o necesitásemos actualizarlo, los volvemos a rescatar del soporte, cambiamos lo necesario y los grabamos de nuevo. ¡Ah!, y podremos añadir gráficos, dibujos, fotografías, resaltado de palabras, colores... ¡Y hasta los hay que corrigen la gramática y las faltas de ortografía!

    Y todo esto sin mencionar la extraordinaria calidad final que alcanzan las nuevas impresoras que el mercado pone a nuestro alcance de manera muy asequible o la facilidad para enviarlos a cualquier parte del mundo a través del correo electrónico, por ejemplo, ‘salvándoles la vida’ a algunos árboles.

    Además, como víctimas de la globalidad de necesidades, son muchas las personas que tienen su primera experiencia informática a través de este tipo de programas, de manera que lo primero que hacen cuando se enfrentan a un ordenador, aún sin saber nada de este medio, es utilizar el procesador de textos para escribir su primera carta ‘electrónica’ o pasar a limpio sus apuntes. ¡Y es que son tantas las posibilidades de este programa!

    ¿Programa? ¿Es que sólo hay uno? ¡Qué va! Existen muchos procesadores de textos, aunque hay que reconocer que no todos han llegado a implantarse de forma generalizada. Así, son muy conocidos: WordPerfect, AmiPro, Word…, quienes a lo largo de los años han ido evolucionando aprovechándose de los nuevos desarrollos tecnológicos incluidos en los propios equipos informáticos.

    Entonces, ¿con cuál me conviene empezar?, te preguntas clavando tu pupila (¿azul quizás?) en la pantalla. Si tenemos en cuenta que, por motivos unas veces técnicos y otras puramente comerciales, cada procesador de textos almacena los documentos con una estructura interna diferente que sólo él puede entender, sería importante que el que decidiéramos utilizar fuera capaz de trabajar con el máximo número de formatos posible, pues eso haría aumentar la portabilidad de nuestro trabajo y el aprovechamiento de otros documentos creados en distintos entornos. En definitiva, nuestra productividad.

    Para esta empresa te proponemos utilizar OpenOffice.org Writer (en adelante, simplemente Writer), pues cumple con creces todas las premisas anteriores de universalidad de formatos (es capaz de 'entender' cualquier documento creado con los procesadores de textos más implantados hoy en día en el mundo), su facilidad de uso y filosofía de funcionamiento es muy apropiada para el aprendizaje de este tipo de herramientas informáticas, y además es totalmente gratuito.

    Sí, has oído bien, ¡totalmente gratuito! Lo cual, como tendrás ocasión de comprobar a lo largo de los próximos capítulos, no implica pérdida alguna de prestaciones ni de eficacia. Diríamos que al contrario: te resultará abrumadora la cantidad de cosas que podrás hacer con él y no echarás de menos nada de lo que hayas podido ver en otros procesadores de textos.

    Eso sí, no esperes que desde aquí entremos en toda la vasta diversidad de opciones y posibilidades del programa. En este nivel de formación nos centraremos en descubrir las técnicas más sencillas y rápidas y los métodos abreviados de llevar a cabo las tareas cotidianas con un procesador de textos, pero sin renunciar al rigor formativo, porque, al final, de lo que se trata es de que comprendas la forma de trabajar de este tipo de programas y que seas capaz de crear cualquier documento: desde una simple carta hasta otros más complejos con sus capítulos, paginación, imágenes, etcétera.

    Para los más preocupados aclararemos que Writer ha sido, y sigue siendo, desarrollado por una comunidad de usuarios agrupados en torno a un proyecto altruista (llamado OpenOffice.org), aprovechando que la firma Sun Microsystems liberó el código fuente de la suite StarOffice[tm], vamos, que lo hizo público, y permitió que lo usase cualquiera que sepa algo de programación de ordenadores, siempre que no exista ánimo de lucro.