261 - JUAN SIN MIEDO
JUAN SIN MIEDO
Era
un muchacho fuerte y robusto, de unos veinte años, que le llamaban Juan Sin
Miedo, porque no tenía miedo a nada, de nada ni por nada. Siempre estaba
diciendo:
-Yo
no sé lo que es el miedo y me gustaría saberlo.
Un
día que sus padres comentaban con el sacristán de la iglesia que su hijo no
conocía el miedo y que le gustaría conocerlo, dijo el sacristán que él se
comprometía a enseñarle lo que era el miedo, que fuera esa noche por su casa.
Cuando
llegó a casa el muchacho, le explicaron los padres lo que el sacristán había
dicho, y después de cenar se marchó Juan Sin Miedo a casa del sacristán.
Estaban acabando de cenar el sacristán y la sacristana, y después de estar
hablando un rato de lo del miedo se fueron los dos hombres a la iglesia; dejó
el sacristán a Juan sentado en un banco y le dijo que no tardaría mucho rato en
saber lo que era el miedo.
En
efecto, al poco rato salió de la sacristía un fantasma envuelto en una sábana,
con los brazos en alto y dos velas encendidas, una en cada mano. Se fue muy
despacio hacia donde estaba Juan, y cuando llegó junto a él, dijo Juan:
-¿Tú
vienes a meterme miedo?
Y
empezó a dar puñetazos y puntapiés al fantasma, que salió huyendo hacia la
sacristía.
Salió
Juan tranquilamente de la iglesia y, muy despacio, se encaminó a casa del
sacristán. Le salió a abrir la sacristana y le dijo que su marido estaba en la
cama quejándose de muchos dolores y con un ojo amoratado.
-
Bueno, pues déjelo. No venía más que a decirle que he pasado un rato de risa en
la iglesia, porque se me apareció un fantasma, le he pegado una paliza y ha
salido corriendo.
El
sacristán, que quería vengarse de la paliza, le contó al enterrador, que era
muy amigo suyo, lo que le había sucedido y el enterrador dijo que él le iba a
enseñar lo que era miedo, si quería saberlo.
Se
fue el enterrador a buscar a Juan y le dijo que lo convidaba a cenar aquella
noche en el cementerio para que aprendiera lo que era miedo. Y Juan aceptó.
Llegó
Juan al cementerio, donde le estaba esperando el enterrador. Le enseñó un
muerto que había en el depósito y un camastro junto al muerto, donde tenía que
quedarse si no le daba miedo.
Cenaron
con la mayor naturalidad, se acostó Juan en el camastro y se durmió como si
estuviese en su casa.
El
enterrador se pasó toda la noche asomándose al depósito y preguntando con una
voz cavernosa:
-
¡Juanito!, ¿tienes miedo?
Pero
Juan Sin Miedo dormía y roncaba a pierna suelta.
A
la mañana siguiente, el enterrador dijo que se daba por vencido y que con razón
le llamaban Juan Sin Miedo.
Se
hizo tan célebre Juan Sin Miedo que llegó su fama a oídos del rey. El rey dijo
que le llevaran a su presencia y que si era verdad que no tenía miedo se
casaría con la princesa.
Se
fue Juan Sin Miedo a palacio y el rey había dispuesto ya todo lo que había
imaginado para hacerle pasar miedo.
Así
es que le encerraron en un sótano lóbrego y oscuro, donde tenía que pasar la
noche, si antes, por miedo, no pedía que lo sacaran…
A
la mañana siguiente entraron a decirle que el rey le esperaba. Subió Juan Sin
Miedo, se presentó ante el rey y éste le preguntó:
-
¿Qué tal has pasado la noche? Cuéntame lo que has visto.
-
Señor, yo estaba dispuesto a descansar tranquilamente, pero empezaron unos
ruidos de cadenas, unos ayes y unos lamentos que no me dejaron dormir; después
se les ocurrió venir a unos fantasmas ridículos ensabanados que dijeron unas
cuantas sandeces y se fueron; luego me trajeron una mesa y empezaron a caer del
techo arañas, dragones, salamanquesas y lagartos, y estuve entretenido en
matarlos, y, por último, aún pude dormir un rato, y eso ha sido todo.
-
Pero, ¿no has tenido miedo?
-
¡Si yo no sé lo que es el miedo!
-
Pues un hombre así es el que yo quiero para mi hija –dijo contento el rey.
Se
arregló la boda y Juan sin miedo se convirtió en el príncipe Juan.
Una
tarde, después de comer, se acostó el príncipe Juan a dormir la siesta. A la
princesa le habían regalado una pecera llena de peces de colores, y muy
contenta con el regalo, fue a enseñárselo a su marido, que estaba profundamente
dormido. La princesa se acercó a la cama y hostigó a los peces, que empezaron a
nadar de prisa y a saltar, con lo cual el agua de la pecera salpicó toda la
cara del príncipe.
Entonces
Juan, sin acabar de despertar, empezó a gritar:
- ¡Que me matan! ¡Favor! ¡Socorro!
¡Auxilio!
Y
se despertó con gran sobresalto.
-
¿Qué te pasa, Juan? –dijo la princesa.
-
No sé. Un miedo terrible. Tengo toda la cara mojada de no sé qué.
-
Pero, ¿has tenido miedo?
-
Muy grande.
-
Pues mira de lo que has tenido miedo, del agua y de lo que yo me río: de los
peces de colores. Pero no se lo digas a nadie, que yo guardaré el secreto, para
que te sigan llamando el príncipe Juan Sin Miedo.
Adaptación del Cuento de los Hermanos Grimm
1.- ¿Cómo era Juan Sin Miedo?
2.- ¿Por
qué fue el enterrador a buscar a Juan
Sin Miedo? Para
3.- ¿Qué hizo Juan con el fantasma que se le apareció en
la iglesia?
4.- ¿Quiénes quisieron ayudar a Juan para que éste
conociera el miedo?
5.-
¿Por qué el rey mandó llamar a Juan? Para que
- cobarde | |
- audaz | |
- débil | |
- robusto | |
- tímido |
7.- ¿Qué afirmaciones son verdaderas (V) y
cuáles son falsas (F)?
8.- ¿Qué enseñanza pretende transmitir esta
historia? Haz un breve resumen en el que lo expliques.
9.- ¿Por qué cada persona tiene unos miedos diferentes a
los demás?
10.- Tú, personalmente, ¿de qué tienes miedo?