Francisco de Goya |
Goya es el pintor más genial y universal que Aragón ha dado al mundo. En el momento en que le toca vivir (1746-1828), nuestra región contribuye al arte español con notables artistas, como sus cuñados, los Bayeu. Pero en medio del ambiente artístico de la época, de tradición barroca y vanguardista neoclásica, Goya se alza en solitario por su fuerza expresiva y visionaria, abriendo los caminos del arte contemporáneo. Es el genio.
La mayor parte de la obra aragonesa de Goya corresponde, como se ha dicho en su biografía, a su época de juventud. Aragón y, sobre todo, Zaragoza, son etapas imprescindibles para el conocimiento del pintor. La temática, por lo general, es religiosa y viene condicionada por los encargos artísticos, predominando la pintura mural, dentro de la tradición barroca italiana.
Goya, como pintor religioso, se inicia probablemente a través de su aragonesa devoción a la Virgen del Pilar con el tema de la Aparición de la Virgen a Santiago, que decoraba las puertas del desaparecido armario de las reliquias en Fuendetodos.
Pero el programa mural de mayor alcance, dentro de un clima de libertad y comprensión, lo desarrolla en la iglesia de la cartuja de Aula Dei, a orillas del Gállego y próxima a Zaragoza. Entre 1772 y 1774 decora en una serie de grandes paneles los muros, habiéndose conservado el San Joaquín con ángeles, el Nacimiento de la Virgen, los Desposorios, la Visitación, la Circuncisión, la Presentación y la Adoración de los Reyes. El resto de los temas corresponden a la restauración que los hermanos Buffet realizaron en 1903, a partir de la nueva instalación de los cartujos.
La basílica concatedral del Pilar de Zaragoza alberga dos obras murales, que por su elevada altura son de difícil contemplación. La decoración de la bóveda del coreto (1772) desarrolla el tema de la Adoración del nombre de Dios. En la bóveda, delante de la capilla de San Joaquín, con el tema de Reina de los mártires (1780-81), libró Goya la primera batalla antiacademicista.
Dejando aparte otros temas religiosos (pechinas de la ermita de la Virgen de la Fuente en Muel y de la parroquia de Remolinos, etc.), Aragón y sus gentes servirán de inspiración a múltiples obras de Goya, como la fabricación de la pólvora en la sierra de Tardienta, o las hazañas del torero Martincho en la plaza de Zaragoza, haciendo, incluso, la leyenda romántica de un Goya aventurero y torero ambulante, que no tiene consistencia.
G. M. Borrás.
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