TEXTO 1

               

Salimos de Salamanca y, llegando al puente, está a la entrada de él un animal de piedra que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal y, allí puesto, me dijo:

-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.

Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza junto a la piedra, afirmó recio la mano, diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:

-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Y rio mucho la burla.

Parecióme que, en aquel instante, desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: “Verdad  dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer”.

Lazarillo de Tormes

 

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