2.1.2. Descripción de animales. ESO
También los animales pueden aparecer descritos en diversos tipos de obras, desde las fábulas en las que encarnan los defectos y virtudes de las personas, a otras en los que son protagonistas como leímos al principio en el caso de Platero y yo. Veamos un ejemplo de fábula, la famosa La cigarra y la hormiga, de Samaniego.
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
De atención y respeto
le dijo: “Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.”
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
“¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?”
“Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar un momento.”
“¡Hola!, ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.”
En el texto anterior encontramos a dos animales pero apenas se nos dan rasgos de cada uno, ninguno físico y tan solo alguno referido al carácter que se les atribuye, la alegría generosa e imprevisora de la Cigarra frente a la laboriosidad prudente y el cruel egoísmo de la Hormiga. Realmente, como reflejo que quieren ser de caracteres humanos, objetivo de la fábula, no se trata de retratos sino de limitadas etopeyas, como has estudiado antes.
En cierto tipo de literatura es frecuente la aparición de animales fantásticos, incluso agrupados en los llamados bestiarios. El bestiario es un género descriptivo que viene de la época clásica y se desarrolla en la Edad Media. En ellos se mezclan realidad y fantasía, animales reales e imaginarios. Veamos un ejemplo tomado de una edición realizada por Ignacio Malaxaverría:
El dragón es la mayor de todas las serpientes, y en realidad de todos los seres vivos que hay en la Tierra. Cuando el dragón sale de la cueva, a menudo se eleva hasta los cielos y el aire a su alrededor se vuelve ardiente. Tiene cresta, boca pequeña y un estrecho gaznate a través del cual toma aliento o saca la lengua. Por otra parte, su fuerza no está en los dientes sino en la cola y hace daño con sus golpes más que con sus picaduras. Así es inofensivo en lo que atañe al veneno. Pero dicen que no necesita veneno para matar ya que, si se enrosca en torno a alguien, lo mata de esa forma. Nace en Etiopía y en la India, en lugares donde el calor es perpetuo. El demonio, que es el más enorme de todos los reptiles, es como un dragón…
Antes de pasar en las actividades a descripciones de animales más reales, leamos la de un personaje de Tolkien, Ella-Laraña:
Apenas hubo escondido Sam la luz del cristal de estrella, Ella-Laraña reapareció. Un poco más adelante y a la izquierda Sam vio de pronto, saliendo de un negro agujero de sombras al pie del risco, la forma más abominable que había contemplado jamás, más horrible que el horror de una pesadilla. En realidad se parecía a una araña, pero era más grande que una bestia de presa, y un malvado designio reflejado en los ojos despiadados la hacía más terrible. Aquellos mismos ojos que Sam creía apagados y vencidos, allí estaban de nuevo, y relucían con un brillo feroz, arracimados en la cabeza que se proyectaba hacia delante. Tenía grandes cuernos, y detrás del cuello corto semejante a un fuste, seguía el cuerpo enorme e hinchado, un saco tumefacto e inmenso que colgaba oscilante entre las patas, la gran mole del cuerpo era negra, manchada con marcas lívidas, pero la parte inferior del abdomen era pálida y fosforescente y exhalaba un olor nauseabundo. Las patas de coyunturas nudosas y protuberantes se replegaban muy por encima de la espalda, los pelos erizados parecían púas de acero, y cada pata terminaba en una garra.
J.R.R. Tolkien, El señor de los anillos