Cuando no nos interesa tanta exactitud nos conviene utilizar números más simples, sin tantas cifras decimales.
Para ello transformamos ese número en otro de menos cifras decimales, o en un número natural.

Si la primera cifra que anulamos es 0, 1, 2, 3, 4, lo redondeamos a la baja, es decir quitamos las cifras que sobran sin más, pero si es 5, 6, 7, 8, 9, lo redondeamos a la superior, es decir, quitamos las cifras que sobran, pero aumentamos en uno el valor de la última cifra que queda.

Al redondear un número lo falseamos. No debemos redondear un número si después tenemos que hacer operaciones con él.