ALQUIMISTAS DE LA PALABRA. CREACIÓN LITERARIA. DESCRIPCIÓN. 10. PAISAJES CERCANOS.

VISITA A ESPADÁN

El día comenzó cargado de buenos presagios. Poco después de amanecer ya se percibía en el ambiente aquella extraña sensación que inundaría las próximas horas. Era aquella una sensación similar al retorno, algo así como el feliz regreso a la vida que jamás debimos abandonar.

El ascenso se inició ansioso por descubrir aquello que hasta ahora nos había sido negado. El paisaje aparaecía dibujado como un bello cuadro impresionista: el aciano pintaba las pinceladas de azul; más allá, en este lienzo visual, aparecían los diminutos toques de pintura avioletada de la lavanda. Empleando a fondo nuestra vista, eran fácilmente reconocibles el color púrpura del orégano y el amarillo marchito de la manzanilla. Todo este mundo pictórico aparecía sobre un fondo de tonos claros dados por la luminosidad del día.

A medida que avanzábamos hacia la cúspide el abatimiento se adueñó de nosotros al contemplar sorprendidos los restos quemados del último incendio y los innumerables caminos que hicieron las máquinas en honor al progreso, caminos que penetraron en nuestros ojos como una visión espeluznante de una tierra con las heridas abiertas. ¿ Dónde está la conciencia de los hombres?, preguntamos a aquellos enhiestos peñascos, y la respuesta nos vino como antaño, por el vuelo majestuoso y elegante de las águilas alardeantes de su real potencia. Pero pobres ignorantes, no comprendimos el significado.

Nuestro ánimo se reavivó viendo cómo la Naturaleza nos mostraba su latente poder: allí donde la vida sucumbió ante el fuego, la primavera regeneradora hacía brotar de nuevo las semillas preñadas de vitalidad.

Este paisaje onírico, no era tal; a cada instante nos despertaban del consciente sueño los frágiles aromas del tomillo y de la manzanilla aliados junto a la penetrante fragancia del poleo y de los verdes pinos en un mágico crisol. Los sonidos se unían a este despertar con el murmurar de la leve brisa y los trinos cadenciales de los pájaros.

Por fin alcanzamos la cima tras ganar la batalla a las zarzas y a la punzante retama que por orden de la suprema Naturaleza trataban de impedir nuestro ascenso.

Desde lo alto, el mundo se podía envolver con la mirada y abarcar con los brazos. Las dimensiones cobraron un nuevo significado y nosostros, seres humanos, nos empequeñecimos hasta el nivel de cualquier otra criatura vital. Abajo, en el pueblo, creíamos que todo estaba en nuestras manos, pero arriba, desde el pico, no éramos más que peones de ajedrez guiados por una fuerza que no dependía para nada de nuestra inteligencia humana.

La luminosidad del día se apagaba, el celaje se aborrascaba a medida que entraba la noche y dejó caer la lluvia que al comenzar el nuevo día desaparecería absorbida por el sediento suelo. Así, envueltos en nuevas fragancias de carrasca y tierra mojada, comenzamos el descenso.

Durante el regreso, el cansancio y la fatiga se vieron superados por el acicate que todos llevábamos en nuestras mentes, contar aquella experiencia de nuestros sentidos allí en Espadán y que nuestras palabras vayan dirigidas como certeras saetas a ese rincón del hombre en el que se esconde su conciencia y de este modo conseguir que no se sienta dueño de la vida, sino miembro de ella.

VISTA

OIDO

GUSTO

TACTO

OLFATO

PLANTA

COLOR

Aciano

Azul