Cómo lo han hecho otros
ALQUIMISTAS DE LA PALABRA. CREACIÓN LITERARIA. DESCRIPCIÓN. 9. ANIMALES SALVAJES
Las descripciones de animales fantásticos constituyeron un auténtico género durante la Edad Media; estas descripciones se recogían en los llamados Bestiarios, y en ellos la realidad se mezclaba con la imaginación. Veamos un ejemplo tomado de una edición de Ignacio Malaxaverría.
EL BASILISCO Existe un animal llamado basilisco. El Fisiólogo nos dice, a propósito de su naturaleza, cómo nace, y nos da a entender que nace del huevo de un gallo. Resulta un animal que tiene cabeza, cuello y pecho como los de un gallo, y desde el pecho hacia abajo es como una serpiente. El animal es de tal naturaleza, que arroja veneno por los ojos; tiene la mirada tan venenosa, que mata a las aves que vuelan por encima de él si puede mirarlas entre los ojos. Este animal es el rey de todos los demás reptiles, y temido por ellos, igual que el león es más poderoso y temido que todas las demás bestias. Y no puede pasar por un lugar sin que este pierda su virtud, pues jamás volverá a producir hierba ni otra cosa alguna. No obstante, es un bello animal, de hermoso color manchado de blanco. Pero otro tanto sucede con muchas cosas, que son atractivas pero malas. Quien desee matar a este animal, deberá tener un claro recipiente de cristal o de vidrio, a través del cual pueda ver a la bestia. Pues al tener el hombre la cabeza tras el vidrio o el cristal, el basilisco no puede distinguirlo y su mirada es detenida por el cristal o el vidrio; cuando el basilisco arroja su veneno por los ojos, es de tal naturaleza que, si choca con algún objeto, rebota hacia atrás contra él, y ha de morir. |
Observa en esta descripción del Basilisco cómo se entremezclan características reales con características fantásticas:
Reales: sus colores, su parte reptil, su parte ave... |
Fantásticos: nace de un huevo de gallo ( no ponen huevos); escupe veneno por los ojos... |
Y hay que destacar la moraleja: hay muchas cosas atractivas que son malas...
Los cronistas de Indias, además de describir los nuevos animales que iban descubriendo en América, y llevados por el asombro ante tanta novedad, a veces incrementaron el bestiario de animales fantásticos, como en el caso del ahuizotl:
Hay un animal en esta tierra que vive en el agua, nunca oído, el cual se llama ahuizotl; tiene el tamaño de un perrillo, tiene el pelo muy lezne y pequeño, tiene las orejitas pequeñas y puntiagudas, tiene el cuerpo negro y muy liso, tiene la cola larga y el cabo de la cola como una mano de mona; habita este animal en los profundos manantiales de las aguas y si alguna persona llega a la orilla del agua donde él habita, luego le arrebata con la mano de la cola, y lo mete debajo del agua y le lleva a las profundidades y luego turba el agua y le hace vestir y levantar olas, parece que es tempestad del agua y las olas quiebran las orillas y hacen espuma; y luego salen muchos peces y ranas de lo profundo del agua y andan sobre el haz del agua y hacen grande alboroto en el agua. Y el que fue metido debajo del agua allí muere, y dende a pocos días el agua echa fuera el cuerpo, el cuerpo del que fue ahogado, y sale sin ojos y sin dientes y sin uñas, todo se lo quitó el ahuizotl. Bernardo de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España |
En la actualidad también podemos encontrar muestras de animales imaginarios, quizá de un modo más destacado en la literatura hispanoamericana -Borges, Arreola, Monterroso-. Aquí recogemos un curioso ejemplo de descripción -o de no descripción.
Fábula de un animal invisible El hecho -particular y sin importancia- de que no lo veas, no significa que no exista, o que no esté aquí, acechándote desde algún lugar de la página en blanco, preparado y ansioso de saltar sobre tu ceguera. Wilfredo Machado Libro de animales |
Ya ves en un texto tan corto, cuánta intensidad e imaginación.
El último texto que estudiamos es el de Borges a continuación:
EL BORAMETZ El cordero vegetal de Tartaria, también llamado borametz y polipodio chino, es una planta cuya forma es la de un cordero, cubierto de pelusa dorada. Se eleva sobre cuatro o cinco raíces; las plantas mueren a su alrededor y ella se mantiene lozana; cuando la cortan, sale un jugo sangriento. Los lobos se deleitan en devorarla. Sir Thomas Browne la describe en el tercer libro de la obra Pseudodoxia Epidemica (Londres, 1646). En otros monstruos se combinan especies o géneros animales, en el borametz, el reino vegetal y el reino animal. Recordemos a este propósito, la mandrágora, que grita como un hombre cuando la arrancan, y la triste selva de los suicidas, en uno de los círculos del Infierno, de cuyos troncos lastimados brotan a un tiempo sangre y palabras, y aquel árbol soñado por Chesterton, que devoró los pájaros que habían anidado en sus ramas y que, en la primavera, dio plumas en lugar de hojas. Jorge Luis Borges ( El libro de los seres imaginarios) |
Verdadero Falso
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