Cómo lo han hecho otros. Reducir.
TEXTO PROPUESTO PARA REDUCIR: Mr. Grinsdale era un hombre fornido de grandes manos y fuertes músculos que tenía una enorme barriga temblorosa. Era el dueño de una carnicería situada en el número 15 de la calle Regent con un rótulo precioso que rezaba: CARNES GRINSDALE. CARNES DE CALIDAD. Era una carnicería grande y limpia, sencilla en su apariencia y cómoda para los clientes que a menudo hacían sus compras allí. Una mañana, vísperas de la fiesta de Navidad, cuando su carnicería estaba rebosante de clientes en busca del pavo navideño, entraron dos extraños con la cara tapada y, a punta de pistola, empezaron a robar todo lo que la gente llevaba de valor. Mr. Grinsdale, para evitar el robo de su reloj -recuerdo de familia- ni corto ni perezoso, se lo tragó de golpe. Cuando los ladrones se hubieron ido, su barriga comenzó a emitir extraños gorjeos y ebulliciones, y sintió un frío y punzante dolor recorriéndole todo el cuerpo. Cuando llegó al hospital, pasó algo terrible. Un accidente de tráfico en cadena había ocurrido momentos antes y el hospital estaba lleno de heridos, acompañantes y curiosos. Había un lío tremendo y a Mr. Grinsdale lo llevaron a la sala de maternidad, por equivocación. Una vez allí vió cómo se acercaban a él médicos y enfermeros con actitud amenazadora. Sin pensárselo dos veces, saltó de la camilla y huyó por el pasillo. Entró en una habitación donde los enfermeros guardaban sus ropas una vez terminado el servicio. Se vistió con ellas y, de este modo, pudo salir del hospital sin problemas. Una vez en la calle, comprobó con sorpresa que el dolor le había desaparecido y pensó que era mejor vivir con un reloj en el estómago. |
EL CARNICERO DE LA CALLE REGEN Mr. Grinsdale era un hombre enorme que tenía una carnicería. Un día de Navidad entraron a robarle dos encapuchados y para evitar que le robaran el reloj, se lo tragó. Cuando comenzó a dolerle el estómago fue al hospital, pero con el lío por un accidente de tráfico, lo llevaron a Maternidad y asustado ese escapó corriendo y pensó que prefería vivir con un reloj en el estómago. |