B.- EL PROFESORADO
Pretendemos
con esta aplicación crear una herramienta que ayude al profesorado. En
consecuencia, será sencilla, fácil de utilizar de forma relativamente
independiente por parte del alumnado y, además, llevará una guía de uso y
materiales imprimibles que le permitan atender a la diversidad de forma
adecuada.
Para su
utilización hemos partido de tres supuestos:
Supuesto
1: Situación ideal: existencia de un aula con varios ordenadores (uno por cada
dos o tres niños o niñas)
Los
maestros y maestras del área y etapa utilizarían el recurso a través de
internet o mediante una intranet (habiendo previamente descargado la aplicación
en el disco duro desde un CD ROM). En primer lugar, presentarían el objeto de
aprendizaje en cuestión y lo contextualizarían
con respecto otros contenidos, áreas
o situaciones que estuvieran ocurriendo en el aula o en su entorno. A continuación,
el alumnado accedería a la unidad propuesta por el maestro o maestra y, tomando
turnos con el ratón, navegarían linealmente por la misma hasta completarla. Si
el resultado obtenido no fuera satisfactorio, tendrían la posibilidad de
repetirla cuantas veces fuera posible dentro del marco horario establecido.
Luego se produciría una “puesta en común” del grupo, en la que se decidiría conjuntamente
si se ha llegado a la interiorización necesaria de los conocimientos propuestos
o si, por el contrario, sería conveniente repetir la unidad en fechas
posteriores. (Supongamos que el hecho de que la actividad esté planteada en
forma de juego haga menos tediosa la repetición).
Supuesto
2: Existencia de un aula con un único ordenador.
Los alumnos y alumnas accederían a la unidad de forma escalonada y por parejas. La primera pareja estaría formada por el maestro o maestra y un alumno/a que, a su vez, actuaría de “ayudante” o “director” del niño o niña siguientes. Este proceso sería mucho más lento, y también terminaría con una “puesta en común” grupal.
Supuesto
3: Existencia de una pizarra digital
El
maestro o maestra navegaría por la unidad desde su ordenador, elicitando respuestas
por parte de los alumnos. Esta fórmula sería la menos conveniente, porque se
parece demasiado a los métodos tradicionales (excepto si se utilizara como
presentación de la actividad que van a realizar luego en el ordenador
individual o en el aula) De todas formas, y si no hubiera otra posibilidad,
hay que tener muy en cuenta la necesidad de respetar los diferentes “tiempos de
reacción” del alumnado (es decir, ser conscientes de que hay alumnos o alumnas
que aún no han acabado de procesar la pregunta cuando ya se están ofreciendo
respuestas a la misma, con el consiguiente desánimo de los que, al no encontrar
sentido -ni recompensa- a su esfuerzo, dejan primero de intentar responder y
luego dejan incluso de escuchar la pregunta).