En la leyenda de la antigua ciudad de Napiniaca se cuenta que los acajay requerían de un sistema de equivalencias entre fracciones cada vez más fácil de usar. Así encontraron que la mejor forma de medir una longitud era con el uso de un solo caimo, en lugar de utilizar varios. El medir con un solo caimo les permitía escribir una medida como una sola fracción, en lugar de una suma de dos o más fracciones. El Consejo de los acajay nombró a un grupo de cinco personas para
que se diera a la tarea de investigar las diferentes equivalencias que podría
haber entre fracciones. El grupo estuvo liderado por una mujer de gran
inteligencia y sabiduría llamada Ñati. El grupo trabajó durante muchos
meses investigando cómo establecer con certeza el que dos medidas
fueran equivalentes.
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