—¡Pepe! ¡Haz el favor de venir aquí! —
...me gritó desde la otra punta de la clase que enseguida venía, que estaba acabando de hacer una cosa.
—¡Pepe! ¡Pepe, hombre, ven de una vez!
—¡Qué impaciencia, por Dios! A ver, qué es lo que querías de mí.
Y ya una vez que lo tuve cerca le pedí que me ayudara con la manilla de la puerta, que se había atascado.