Las dos ciudades
La Vida me
tomó en sus alas y me condujo a la cumbre del Monte de
la Juventud. Después me señaló a su espalda y me invitó
a que
mirase hacia allá. Ante mis ojos se extendía una
ciudad extraña, de la
cual emergía una humareda oscura
de múltiples matices, que se
movían lentamente como
fantasmas. Una tenue nube ocultaba casi
completamente la
ciudad de mi vista.
Tras un momento de silencio,
exclamé:
-¿Qué es lo que estoy viendo,
Vida?
Y la Vida me contestó:
-Es la Ciudad del Pasado. Mira
y reflexiona.
Contemplé aquel escenario
maravilloso y distinguí numerosos
objetos y
perspectivas: atrios erigidos para la acción, que se
erguían
como gigantes bajo las alas del Sueño; templos
del Habla, en torno
a los cuales rondaban espíritus que
lloraban desesperados o
entonaban cánticos de
esperanzas. Vi iglesias construidas por la fe y
destruidas por la Duda. Divisé minaretes del
Pensamiento, cuyas
espiras emergían como brazos
levantados de mendigos; vi avenidas
de Deseo que se
prolongaban como río a lo largo de los valles;
almacenes
de secretos custodiados por centinelas de la Ocultación,
y saqueados por ladrones de la Revelación; torres
poderosas
erigidas por el Valor y demolidas por el
Miedo; santuarios de
Sueños embellecidos por el Letargo
y destruidos por la Vigilia;
débiles cabañas habitadas
por la Fragilidad; mezquitas de Soledad
y Abnegación;
instituciones de enseñanza iluminadas por la
Inteligencia y oscurecidas por la Ignorancia; tabernas
del Amor, en
que se emborrachaban los enamorados, y el
Despojo se mofaba de
ellos; teatros en cuyos tablados la
Vida desarrollaba su comedia, y la
Muerte ponía el
colofón a las tragedias de la Vida. Tal es la llamada Ciudad del
pasado -aparentemente muy lejos, pero
en realidad, muy
cerca- visible apenas a través de los crespones
tenebrosos de las nubes. Entonces la Vida me hizo una
señal, mientras me decía:
-Sígueme. Nos hemos detenido
demasiado aquí
Y yo le contesté:
-¿A dónde vamos, Vida?
Y la Vida me dijo:
-Vamos a la Ciudad del Futuro.
Y yo repuse:
-Ten piedad de mí, Vida. Estoy
cansado, tengo los pies doloridos y
la fuerza me
abandona. Pero la Vida insistió:
-Adelante, amigo mío. Detenerse
es cobardía. Quedarse para
siempre contemplando la
Ciudad del Pasado es Locura. Mira, la
Ciudad del Futuro
está ya a la vista... invitándonos.
Gibrán Jalil Gibrán
Actividades de comprensión lectora
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