El amigo que acompaña
tus juergas domingueras,
pone sonrisa abierta
cuando mira tu cartera.
Si tu pides un chiquito
él pedirá de lo mismo,
hasta que feliz compruebe
que tu paso no es el mismo.
Luego será el cubalibre
lo que su estómago aguante
para terminar con wisky
rematando así la tarde.
Se cuidará muy mucho
de pelearse contigo
si para pedir la cuenta
echas mano a tu blosillo.
Al final del cachondeo
comprobará con fruición
que le salió más barata
que nunca, la función.
Pones cara de idiota
si, tú, ¡¡desprendido!!,
cuando dándote la mano
se marcha muy complacido.
Mª Lourdes García Jiménez
Febrero 1990