Reflexiones
Ya se que sois mis hijos, como no, yo
soy vuestra madre
y de eso no hay duda, como tampoco hay
duda de que mi amor por vosotros es lo único que me
mantiene desde que nacisteis.
Es
difícil ser madre y más difícil es que te comprendan
cuando lo único que deseas es que tus hijos sean los
mejores, los que tengan mejor preparación, los que sean
más fuertes para enfrentarse a la vida, los que sufran
menos en sus caídas.
Mi
pretensión más firme ha sido siempre que mis hijos
fueran buenas personas, llenas de valores positivos,
honrados, honestos, responsables, nobles...os aseguro
que estoy realmente orgullosa de vosotros y que con
todas las dificultades del mundo, lo habéis conseguido.
Cierto
es que la dificultad de todo ello no me priva de ser
culpable de los errores que en la tarea he cometido, yo
creo que han sido sin ánimo de maldad, al menos ese es
mi convencimiento puesto que yo he aprendido al paso
vuestro.
No
culpo a la vida de todo lo que me ha hecho sufrir, que
no es poco, como tampoco os culpo a vosotros, como
alguna vez pudisteis pensar, vosotros también estáis
aprendiendo a vivir y espero estar a vuestro lado para
aconsejaros y consolaros.
Mi
destino me jugó malas pasadas, unas las he enfrentado
con valor, otras...el pesimismo me ganó, no soy tan
fuerte como creía.
Solo
me queda un pesar, no poder hacer más por vosotros y
pensar que algún día os tengo que dejar y que no
estaré cuando la vida os golpee para sufrir con
vosotros, como tampoco estaré para celebrar los
acontecimientos felices que sin duda viviréis.
A
pesar de todo, ahora y después podéis contar
conmigo.
Solo
me queda esperar que me perdonéis
Mª
Lourdes García
Agosto
2002
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