
Son insectos de alas translúcidas
y membranosas que tienen seis patas y su cuerpo dividido en tres partes:
cabeza, torax y abdomen. Viven
en todas partes del mundo, salvo en las regiones donde el invierno es
demasiado frío. Sus ojos compuestos, muy móviles, les permiten
ver en todas direcciones alrededor de ellas, incluso por detrás.
La abeja posee una trompa dotada de una lengua retráctil, con la
que consigue aspirar hasta lo más profundo de las flores. Sus patas
son una herramienta de trabajo muy perfeccionada: las patas delanteras
les permiten agarrar el polen, las patas posteriores, peludas, están
dotadas de bolsas de polen o cestillas, donde carga y amontona su precioso
botín. El abdomen contiene el buche, una especie de reserva donde
la abeja acumula el néctar, la miel, el maná . Con sus dos
pares de alas membranosas consiguen volar en todos los sentidos. La abeja,
como la avispa, posee un aguijón, pero sólo pica una vez,
en caso de necesidad, para defender su territorio de sus enemigos. Su
aguijón clavado desgarra
una parte de su abdomen y muere rápidamente.
Al igual que las hormigas, las abejas
son insectos sociales, no pueden tener una existencia aislada y necesitan
vivir en una colonia fuertemente organizada, compuesta de: obreras, zánganos
y una sola reina .
En una colmena puede haber entre
25.000 y 100.000 individuos. En su interior hay diferentes labores a realizar,
que llevan a cabo las obreras. Los zánganos son los únicos
machos de la colonia. En cada colmena hay un centenar, más gordos,
más redondos y más peludos que las obreras. Son tolerados
en el seno de la colmena como fecundadores potenciales de la reina, pero
sólo algunos lo consiguen durante un vuelo nupcial único
y mortal. Una vez cumplida su misión como reproductores, mueren
destripados por la reina. En cuanto han salido de la colmena, las obreras
ya no les dejan entrar porque son considerados bocas inútiles de
alimentar. Los que se quedan en su interior son despiadadamente expulsados
y abandonados a su suerte.
Incapaces de sobrevivir están condenados a una muerte segura.
En la colmena hay una única
reina. Nada más nacer, tiene como misión matar todas las
larvas de las otras celdas reales. Debe reinar sin reparto sobre la colonia.
Si una segunda reina nace al mismo tiempo, las dos entablan una batalla
a muerte y la que salga victoriosa será la que mande sobre la colmena.
Una vez fecundada la reina, comienza
su vida de ponedora. Jamás saldrá de la colmena durante
los 4 o 5 años que dure su existencia y tendrá una sola
misión: poner sin descanso, hasta 2.000 huevos al día. Contínuamente
rodeada, protegida y alimentada por las obreras, es el objeto de todos
sus cuidados.
Las abejas juegan un papel esencial
en la naturaleza. Son imprescindibles en la polinización,
la multiplicación de las especies florales y el desarrollo de los
cultivos frutales. ¡Sin polen, no hay fruta, sin abeja no hay polinización!
Es esencial que el hombre respete su medio ambiente y mantenga las condiciones
favorables a su desarrollo, evitando los tratamientos químicos
nocivos sobre los cultivos frutales o la destrucción de setos que
bordean los campos, ricos en plantas.
Casi todo el mundo conoce que la
miel procede de las abejas, las cuales la producen a partir del néctar
que recogen de las flores del campo. La miel tiene la capacidad de endulzar
25 veces más que el azúcar ordinaria. También es
considerada como uno de los alimentos más nutritivos que se conocen
por su contenido de vitaminas, sales minerales y azúcares de fácil
digestión.
De
las abejas obtenemos igualmente la jalea real y la cera. La jalea real
es quizás el elemento terapéutico del que más se
ha oído hablar últimamente. Sus asombrosas propiedades la
han puesto en primera línea entre los productos dietéticos
para superar el estrés y la fatiga. Para comprender sus cualidades
como producto excepcional de la naturaleza basta con saber que las abejas,
alimentadas con miel, viven entre 25 y 30 días en época
de recolección y la reina, alimentada solamente con jalea real,
puede vivir hasta 6 años.
La cera se usa como el componente
de las velas y en la antigüedad tuvo una gran importancia industrial,
pues era la fuente de iluminación más usada. También
ha sido usada, desde los egipcios, como el ingrediente principal de las
pomadas y de algunos perfumes sólidos.
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