Francisco José Briz Hidalgo
En el año 428 a. C. tuvieron lugar en Grecia unos Juegos Olímpicos. Las fiestas Olimpíacas se celebraban cada cuatro años en la ciudad de Olimpia en honor de Zeus. En esta ocasión la competición sería muy reñida. El nivel y calidad de los atletas participantes aseguraba una fuerte disputa en todas las pruebas. El primer premio consistiría en una corona confeccionada con ramas de olivo sagrado y la gloria de haber vencido en una competición de gran prestigio. El atleta vencedor en cada una de las pruebas sería recibido en su polis como un héroe y tratado con múltiples consideraciones, tanto sociales como económicas.
Ocurrió que, unos meses antes de los Juegos, Ática de Tigalia, madre de uno de los participantes, no pudo aguantar más la tensión de la espera y acudió al oráculo de Apolo en Delfos para saber si su hijo sería uno de los ganadores de los próximos Juegos. En Delfos, a los pies del monte Parnaso, había caído el ónfalo, la piedra que se tragó Crono, padre de Zeus. Apolo fundó allí uno de sus principales santuarios, después de vencer a la serpiente Pitó que moraba en aquel lugar. Estableció su oráculo, haciendo que una sacerdotisa, llamada Pitia o Pitonisa, en memoria de la serpiente Pitó, transmitiera las respuestas, aunque contestaba lacónicamente a las preguntas que se le hacían; es decir sólo respondía sí o no.
El hijo de Ática, Arraquión, participaba en la competición de pancracio. Sus rivales más importantes eran Dorieo de Esparta, Milón de Atenas y Pausanias de Siracusa.
En el atrio del templo de Apolo, mientras esperaba su turno, Ática escuchaba las preguntas de las personas que invocaban al oráculo y las respuestas que recibían:
- ¿Sanará mi hermano? Sí
- ¿Tendré un hijo varón? No
- ¿Será buena la cosecha? Sí
- ¿Seguiremos en paz con nuestros vecinos? No
Por fin atravesó el umbral de la sala del oráculo. Ática, nerviosa, se dirigió a la Pitonisa pero, como no se atrevía a preguntarle directamente si su hijo sería el ganador, le hizo tres preguntas:
- ¿Vencerá Milón? El oráculo respondió: No
- ¿Vencerá Pausanias? El oráculo respondió: No
- ¿Vencerá Dorieo? El oráculo respondió: Sí
Al oír Ática que Dorieo sería el vencedor regresó, triste y abatida, a Tigalia pero no le contó nada de lo que había ocurrido a su hijo Arraquión.
Llegó el gran día, miles de personas acudieron desde todos los rincones de Grecia para disfrutar de los Juegos. Olimpia era una ciudad de escasos habitantes, pero durante los Juegos su población se multiplicaba. En el centro del recinto olímpico estaba el bosque sagrado de Zeus y a su alrededor se ubicaban el estadio, la palestra, el gimnasio, el hipódromo y el santuario de Zeus en cuyo interior se encontraba la gran estatua de Zeus Olímpico, obra del genial Fidias.
En la competición de pancracio Arraquión, hijo de Ática, venció en todos los combates y se clasificó para la final.
Arraquión de Tigalia se enfrenta a Dorieo de Esparta en la gran final de pancracio. Comienza la lucha, se permiten toda clase de medios, mañas, golpes, puñetazos, zancadillas, puntapiés,... el objetivo es vencer al contrario. Durante más de cinco horas Arraquión y Dorieo luchan sin descanso, los púgiles están al límite de sus fuerzas. Arraquión se desvanece, Dorieo se abalanza sobre él e intenta estrangularlo con sus propias manos. Arraquión, antes de perder el conocimiento, utiliza sus últimas fuerzas para torcer el pie derecho de su rival, causándole un dolor tan intenso que Dorieo levanta la mano hacia uno de los árbitros reconociendo su derrota. En ese momento Arraquión expira. Los árbitros le imponen la corona de olivo de la victoria, aunque yace muerto en el estadio.
1. ¿Quién fue el ganador de la prueba de pancracio?
2. ¿Qué habría contestado el oráculo a la pregunta: «Vencerá Arraquión»?
Resuelto por Carlos Moreno Serrano (Sprocket).