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TANTANES (CHISTES DE EXAGERACIONES)

«A fin de cuentas todo es un chiste»
Charles Chaplin, «Charlot»


Era una adivina tan buena, tan buena, que no sólo adivinaba el futuro sino también el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo.

Era tan alegre, tan alegre, que nunca comprendió la ley de la gravedad.

Era tan alto, tan alto, que se comió un yogurt y cuando le llegó al estómago ya estaba caducado.

Era tan alto, tan alto, que tropezó en un pueblo y cayó en otro.

Era tan alto, tan alto, que se llamaba Julio y doce días de agosto.

Era tan alto, tan alto, que tropezó el jueves y se cayó el domingo.

Era tan alto, tan alto, que tenía una nube en el ojo.

Era tan alto, tan alto, que en la cabeza tenía pájaros.

Era tan alto, tan alto, que no tenía «sien» sino mil.

Era tan alto, tan alto, que hacía la digestión diez horas después de haber comido.

Era tan alto, tan alto, que cuando miraba hacia abajo le daba vértigo.

Era tan alto, tan alto, que por las noches se ponía una luz roja para que los aviones no chocaran con él.

Era tan avaro, tan avaro, que no pelaba patatas, las lijaba.

Era tan avaro, tan avaro, que no prestaba ni la menor atención.

Era tan avaro, tan avaro, que no se ponía al sol para no dar sombra.

Era tan baja, tan baja, que se ponía enferma para que el médico le diera de «alta».

Era tan bajo, tan bajo, que para atravesar la alfombra tenía que llevar brújula.

Era tan bajo, tan bajo, que la cabeza le olía a pies.

Era tan bajo, tan bajo, que no tenía «sien» sino cincuenta.

Era tan bajo, tan bajo, que en Semana Santa pasaba por debajo de la cama vestido de penitente.

Era tan bajo, tan bajo, que cuando escupía tenía que subirse a una silla para no ahogarse.

Era tan bajo, tan bajo, que las uñas de los pies le servían de visera.

Era tan bajo, tan bajo, que se sentaba en un duro y le sobraban cuatro pesetas.

Era tan bajo, tan bajo, que era hondo.

Era un bebé tan feo, tan feo, que su madre en lugar de darle el pecho le daba la espalda.

Era un bebé tan feo, tan feo, que lo tuvo que parir la vecina porque a su madre le daba vergüenza.

Era un bebé tan feo, tan feo, que aprendió a caminar a los tres meses porque nadie lo cogía en brazos.

Era un bebé tan feo, tan feo, que cuando nació el médico le dio el cachete en la cara.

Tenía la boca tan grande, tan grande, que para hacer gárgaras necesitaba dos litros de agua.

Tenía la boca tan pequeña, tan pequeña, que para decir tres tenía que decir uno, uno, uno.

Tenía la boca tan pequeña, tan pequeña, que sólo podía comer espaguetis.

Era tan borracho, tan borracho, que para separarlo de la botella tenían que usar sacacorchos.

Era un boxeador tan profesional, tan profesional, que se ponía los guantes para pegar sellos.










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