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TANTANES (CHISTES DE EXAGERACIONES)

«A fin de cuentas todo es un chiste»
Charles Chaplin, «Charlot»


Era una bruja tan tonta, tan tonta, que no encontraba las ciencias ocultas.

Era tan bruto, tan bruto, que no usaba peine sino serrucho.

Tenía la cabeza tan pequeña, tan pequeña, que no le cabía la menor duda.

Era una calle tan ancha, tan ancha, que en lugar de pasos de cebra tenía pasos de elefante.

Era tan calvo, tan calvo, que se cayó de espaldas y se golpeó en la frente.

Era tan calvo, tan calvo, que se le veían las ideas.

Era un calvo tan bajo, tan bajo, que los limpiabotas le sacaban brillo a la calva.

Era tan calvo, tan calvo, que no tenía ni un pelo de tonto.

Tenía la cara tan ancha, tan ancha, que con un ojo veía el sol y con el otro la luna.

Era un cartero tan lento, tan lento, que cuando entregaba las cartas eran documentos históricos.

Era una casa tan alta, tan alta, que se cayó una teja el lunes y llegó al suelo el viernes.

Era una casa tan grande, tan grande, que la familia tardaba varios días en reunirse.

Era una casa con un pasillo tan largo, tan largo, que sacaban la sopa hirviendo de la cocina y llegaba fría al comedor.

Era una casa tan pequeña, tan pequeña, que cuando entraba el sol tenían que salirse todos.

Era una casa tan pequeña, tan pequeña, que cuando venía el médico el enfermo tenía que sacar la lengua por debajo de la puerta.

Era una casa con el cuarto de baño tan pequeño, tan pequeño, que para peinarse tenían que sacar el codo por la ventana.

Era una casa con las ventanas tan pequeñas, tan pequeñas, que no entraban ni las moscas.

Era un cazador tan malo, tan malo, que los conejos en lugar de huir le pedían autógrafos.

Era una charca tan seca, tan seca, que las ranas llevaban cantimplora.

Era una chica tan mona, tan mona, que sólo comía cacahuetes.

Era un chiste tan malo, tan malo, que tuvieron que castigarlo.

Era un coche tan viejo, tan viejo, que cuando el conductor sacaba la mano para girar le daban limosna.

Era un coche tan grande, tan grande, que en lugar de radio llevaba diámetro.

Era un coche tan malo, tan malo, que en lugar de matrícula tenía suspenso.

Era tan conformista, tan conformista, que se cayó por la ventana de un quinto piso y se consoló pensando que tenía que bajar a por tabaco.

Era un curso tan difícil, tan difícil, que los alumnos no encontraban el aula.

Era una curva tan cerrada, tan cerrada, que más que curva era una circunferencia.

Era tan débil, tan débil, que si parpadeaba se caía para atrás.

Era tan delgada, tan delgada, que para hacer sombra tenía que pasar dos veces.

Era tan delgada, tan delgada, que cuando tomaba sopa se le calentaba la ropa.

Era tan delgada, tan delgada, que se tragó una aceituna y parecía que estaba embarazada.

Era tan delgada, tan delgada, que trabajaba limpiando macarrones por dentro.










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