Las greguerías son breves composiciones en prosa, con interpretaciones o comentarios ingeniosos y humorísticos sobre aspectos de la vida corriente, que fueron creadas y así denominadas por el escritor Ramón Gómez de la Serna que escribió más de diez mil greguerías.
Ramón definió la greguería como «humorismo + metáfora».
Decía Ramón Gómez de la Serna: «Desde 1910 me dedico a la greguería, que nació aquel día de escepticismo y cansancio en que cogí todos los ingredientes de mi laboratorio, frasco por frasco, y los mezclé, surgiendo de su precipitado, depuración y disolución radical, la greguería. Desde entonces, la greguería es para mí la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo que resiste más al descreimiento. La greguería ha sido perseguida, denigrada, y yo he llorado y reído por eso entremezcladamente, porque me ha dado pena y me ha hecho gracia».
Nunca es tarde si la sopa es buena.
Al agonizar el viejo marino pidió que le acercasen un espejo para ver el mar por última vez.
¡Qué tragedia! Envejecían sus manos y no envejecían sus sortijas.
La sidra quisiera ser champán, pero no puede porque no ha viajado por el extranjero.
El hambre del hambriento no tiene hache porque el verdadero hambriento se la ha comido.
Cuando asomados a la ventanilla echa a andar el tren robamos adioses que no eran para nosotros.
El día en que se encuentre un beso fósil se sabrá si el amor existió en la época cuaternaria.
Las pirámides son las jorobas del desierto.
A la media botella de vino siempre le faltará la otra mitad.
El vermú es el aperitivo al que se llama de tú.
El dolor más grande del mundo es el dolor de colmillo de elefante.
El olivo es el espejo del alba.
Las pasas son uvas octogenarias.
Cuando el armario está abierto parece que toda la casa bosteza.
La escoba baila el vals de la mañana.
Para evitar el calor los termómetros del verano deberían colocarse al revés.
En invierno los rosales están pensando en sus rosas.
Sobre las hojas grises de los olivos gravita aún el polvo que levantaron los carros romanos y las diligencias.
Franklin salía los días de tormenta con un paraguas dotado de pararrayos.
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
Al oír la sirena parece que el barco se suena la nariz.
En la Vía Láctea se agolpa el polvo fulgurante que levantaron en su camino las carrozas siderales de los grandes mitos.
Las latas de conservas vacías quedan con la lengua de hojalata fuera.
El Pensador de Rodin es un ajedrecista a quien le han quitado la mesa.
¿Será a nosotros a quienes llama esa bocina de automóvil que, parado frente a nuestro portal, dice a alguien bien distintamente que baje?... Y nosotros que no tenemos ni esperamos ningún automóvil, cometemos la torpeza de asomarnos...
Ponerse los calcetines al revés es ir hacia atrás en vez de ir hacia adelante.
Se dice dentífrico, suena a dentífrico, pero sonaría más a dientes si fuese
"dientífrico".
Cuando el domingo caiga en lunes, la vida habrá perdido la cabeza.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.
Ese niño que lleva una sandía, parece ir a dar lección de geografía.
En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.
La primavera, como los niños, comienza siendo rubia y acaba siendo morena.
Principio de primavera: un niño solo en todo el tiovivo.
Los bebés con chupete miran al fumador en pipa como a un compañero de cochecito.
El niño intenta extraerse las ideas por la nariz.
Son molestas las medicinas en cuyo prospecto nos llaman "adultos".
El niño grita: "¡No vale!"... "¡Dos contra uno!", y no sabe que toda la vida es eso: dos contra uno.
Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.
Los niños que serán los hombres precavidos son los que sacan punta a los dos extremos del lápiz.
La "A" es una tienda de los apaches.
La "B" es el ama de cría del alfabeto.
La "C" es una galletita mordida.
La "D" mayúscula de cada domingo es siempre diferente.
La "F" es el grifo del alfabeto.
La "i" es el dedo meñique del alfabeto.
La "L" parece largar un puntapié a la letra que lleva al lado.
La "ñ" es la "n" con bigote.
La "Q" es un gato que perdió la cabeza.
La "q" es la "p" que vuelve del paseo.
La "S" es el anzuelo del abecedario.
La "T" es el martillo del abecedario.
La "T" está pidiendo hilos de telégrafo.
La "U" es la herradura del alfabeto.
La "ü" con diéresis: dos "íes" siamesas.
La "ü" con diéresis es la letra malabarista del abecedario.
La "X" es la silla de tijera del alfabeto.
Las palabras con puntos suspensivos resultan aderezadas con guisantes.
Prosa con asteriscos: prosa condecorada.
Los bostezos son "oes" que huyen.
"Ídem" es una palabra ahorradora.
El etc., etc., etc., es la trenza de lo escrito.
El lápiz sólo escribe sombras de palabras.
El escritor quiere escribir su mentira y escribe su verdad.
Los rosales son poetas que quisieron ser rosales.
El soneto es el chaleco de terciopelo de la poesía.
El libro es un pájaro con más de cien alas para volar.
Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.
Cuando el escritor ha llegado a la vejez, es cuando sospecha que el artículo que está escribiendo lo escribió ya otra vez.
La luna es un banco de metáforas arruinado.
El tango está lleno de despedidas.
Sólo el poeta tiene reloj de luna.
El libro es el salvavidas de la soledad.
El lector como la mujer ama más a quien más lo ha engañado.
El poeta miraba tanto al cielo que le salió una nube en un ojo.
Las vacas escriben con el tintero de sus ojos el poema de la resignación.
El caballo con la cabeza baja, mientras pace, parece estar leyendo el paisaje como un corto de vista.
El camello tiene cara de cordero jorobado.
El camello lleva a cuestas el horizonte y su montañita.
La inmortalidad del cangrejo consiste en andar hacia atrás, rejuveneciéndose hacia el pasado.
El caracol debía tocar el trombón que lleva a cuestas.
La cebra es el animal que luce por fuerza su radiografía interior.
Al callarse la chicharra de pronto, parece que ha habido una avería eléctrica.
De la nieve caída en los lagos nacen los cisnes.
El cocodrilo es un zapato desclavado.
El cocodrilo es una maleta que viaja por su cuenta.
Los cocodrilos están siempre en pleno concurso de bostezos.
Los elefantes parece que tienen en las patas las muelas que no tienen en la boca.
Las gallinas son tartamudas.
Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.
Las gaviotas nacieron de los pañuelos que dicen ¡adiós! en los puertos.
Grajo: palabrota con alas.
El hipopótamo juega a ser submarino.
La jirafa tiene abrigo de leopardo.
La jirafa es una grúa que come hierba.
La lagartija es el broche de las tapias.
La mariposa lleva a su gusano de viaje.
La mariposa, posándose en todas las flores, es la mecanógrafa del jardín.
El más pequeño ferrocarril del mundo es la oruga.
Al oso le viene grande su gabán de pieles.
Todos los pájaros son mancos.
Ningún pájaro ha logrado sacar las manos de las mangas de las alas, salvo el murciélago.
Lo más terrible del perro con bozal es que no puede bostezar.
Los pingüinos son unos niños que se han escapado de la mesa con el babero puesto.
Cuando escarba el toro en la arena parece estar cavando la fosa del torero.
Los ceros son los huevos de los que salieron las demás cifras.
El 8 es el reloj de arena de los números.
El 6 es el número que va a tener familia.