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POESÍA Y JUEGOS DE PALABRAS

Los poetas escriben sus obras con palabras. Algunos poemas son obras maestras de poesía y de juegos de palabras.


¡Cuántas palabras polisémicas!





LA PENÚLTIMA

Pedro Calderón De La Barca

Pues señor, vaya de cuento,
dolíale a un hombre una muela;
vino un barbero a sacarla,
y estando la boca abierta:
«¿Cuál es la que duele?», dijo.
Dióle en culto la respuesta,
«la penúltima», diciendo.

El barbero, que no era
en «penúltimas» muy ducho,
le echó la última fuera.
A informarse del dolor
acudió al punto la lengua,
y dijo en sangrientas voces:
«La mala, maestro, no era».
Disculpóse con decir:
«¿No es la última de la hilera?»
«Sí», respondió, «mas yo dije
penúltima y usted advierta
que penúltimo es el que
junto al último se asienta».

Volvió, mejor informado,
a dar al gatillo vuelta
diciendo: «¿En efecto es
de la última la más cerca?»
«Sí», dijo, «Pues vela aquí»
respondió con gran presteza
sacándole la que estaba
penúltima; de manera
que quedó, por no hablar claro,
con la mala y sin dos buenas.


SONETO DIFÍCIL

Quevedo

Es el amor, según abrasa, brasa;
es nieve a veces puro hielo, hielo;
es a quien yo pedir consuelo suelo,
y saco poco de su escasa casa.

Es un ardor que a quien traspasa, pasa,
y como a veces yo paselo, selo;
es un pleito do no hay apelo, pelo;
es del demonio que le amasa, masa.

Tirano a quien el Cielo inspira ira;
un ardor que si no se mata, mata;
gozo, primero que cumplido, ido;

flechero que al que se retira, tira;
cadena fuerte que aun de plata, ata;
y mal que a muchos ha tejido nido.


Abelardo Guzmán Campos es el autor de uno de los sonetos con menos letras y palabras de la lengua española.
(Nuestro agradecimiento a Wálter Aníbal Ravanelli de Mendoza, Argentina por su colaboración)

ESPOSOS VIEJOS

Abelardo Guzmán Campos

La
tos
nos
da

a
los
dos
ya.

Paz:
ve,
haz


con
ron.

LECCIÓN DE ORTOGRAFÍA

Anónimo

Un andaluz «mu» guasón,
hablando de ortografía,
quiso dar una lección
y dijo que se escribía,
con hache, melocotón.

- Dispense, usted, que le tache,
respondió un hombre de seso,
para que pueda ser eso...
¿dónde se pone la hache?

- ¿La hache?... «en er mismo güeso».


POEMA NUMÉRICO

Fernando Fabiani Rodríguez

Cuando quiere escribir - 1
una historia para to - 2
se tira muchos perio - 2
sin dormir minuto alg - 1.
Concilias el sueño a las 3,
te despiertas a las 8
engulles algún bizc - 8
y otra vez con el es - 3.
Pides ayuda a un ter - 0
o al propio Antonio Mer - 0,
acudes a un hechi - 0
que resulta un chapu - 0
y lo que obtienes es 0.
Un día, de malos mo - 2,
¡con el tiempo que derr - 8!
dice algún inoport - 1:
¿Te veo un poquito p - 8,
deja de clavar los co - 2?
¡Pero será Torrebr - 1!
Muchos minutos sufri - 2
y los descansos, ning - 1,
muchos los días perdi - 2,
¡lejos de ser Unam - 1
tengo el ingenio de un t - 1!
Os pido que no abu - 6,
y el asiento no pi - 6,
la butaca no es de br - 11,
y aguantad hasta las 10
que una hora dura, ¡par - 10!
esto no llega a las 11.


LOS SASTRES

Anónimo

Yo compadezco a los sas - 3,
porque de los hombres to - 2
no hay otros que de más mo - 2
sufran mayores desas - 3.

Por eso soy su vo - 0,
y si me lo permitié - 6
os rogaría que fué - 6
también su amigo sin - 0.

Siempre humilde fué su c - 1
y como viven senta - 2
nunca fueron encumbra - 2
en hombros de la fort - 1.

No hay uno entre 89
que en mil casos repeti - 2
no remiende sus vesti - 2
y los ajenos re - 9.

Y entre ciento no habrá 1
que haya subido a un birl - 8
o haya probado un bizc - 8
en su frugal desay - 1.

No les vale estar arma - 2
para cortar sus vesti - 2:
por la aguja son heri - 2
y por la plancha quema - 2.

Un rey hubo cerve - 0
y cerrajero hubo alg - 1
que, infeliz como ning -1,
cayó al golpe del a - 0;

hubo papas y solda - 2,
por supuesto no eran ler - 2,
que después de cuidar cer - 2
fueron al solio exalta - 2;

pero acerca de los sas - 3,
que por cierto no son ru - 2,
los anales están mu - 2
y sólo cuentan desas - 3.

No a los sastres acu - 6
de sus percances en 1/2,
buscad a su mal re - 1/2
y no a infamarlos pa - 6.

En su taller encorva - 2
los veréis mustios y cuer - 2,
pues sólo un brazo y tres de - 2
mantienen siempre ocupa- 2.

Allí, lector, no pene - 3,
allí llueven los petar - 2
de los blancos, de los par - 2,
de todos los petime - 3.

Porque no faltan beli - 3
que, a estafar acostumbra - 2,
hacen con estos cuita - 2
el oficio de los bui - 3.

¡Cuántos chalecos fia - 2
y pantalones medi - 2,
que luego han sido pedi - 2
y nunca han sido paga - 2!

Dura verdad, no me arras - 3
a decir que en ambos mun - 2
hierven rencores profun - 2
en contra de nuestros sas - 3.

Vienen a nuestros merca - 2
baratísimos vesti - 2
por los franceses vendi - 2
y por nosotros compra - 2.

Preciso es que confe - 6
que están por esto arruina - 2;
mas no por ser desgracia - 2
de sus desgracia abu - 6.

EL IDIOMA CASTELLANO

Pablo Parellada «Melitón González»

Señores, un servidor,
Pedro Pérez Paticola,
cual la academia española
«Limpia, fija y da esplendor».
Pero yo lo hago mejor
y no son ganas de hablar
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué
en tamaño y esencia,
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?
¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio a presidió
ni de tomas a Tomás,
ni de topo al que topó
de un paleto a un paletó, 
ni de colas a Colás.

Mas dejemos el acento,
que convierte como ves,
las ingles en un inglés,
y pasemos a otro cuento.
¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?
Y la frase tan oída
del marido y la mujer,
¿Por qué no tiene que ser
el marido y la marida?
Por eso, no encuentro mal
si alguno me dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo:
si es hombre, me voy contigo;
si es mujer, me voy contiga.

¿Puede darse en general,
al pasar de masculino
a su nombre femenino
algo más irracional?:
La hembra del cazo no es caza,
la del velo no es la vela,
la del suelo no es la suela
ni la del plazo, una plaza,
del correo, no es correa,
del mus, nunca es una musa
del tuso no es una tusa
ni del jaleo, jalea.
Del can no es hembra una cana,
y sí de duque es duquesa,
en cambio de mes no es mesa
ni la del pan es la pana.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que ternos corta,
no le llamamos ternero?
Como tampoco imagino
ni el diccionario me explica
por qué al que gorros fabrica
no se le llama gorrino.
¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?
¿Por qué el de Cuenca no es cuenco,
bodoque el que va de boda,
y al que los árboles poda
no se le llama podenco?

Cometa está mal escrito
y por eso no me peta;
¿Hay en el cielo un cometa
que cometa algún delito?
¿Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo, es un esperpento?
¿Quién va a firmar allá arriba?
¿Es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?
¿Y no es tremenda gansada
en los teatros, que sea
denominada platea
lo que nunca platea nada?

Si el que bebe es bebedor
y el sitio es el bebedero,
hay que llamar comedero
a lo que hoy es comedor.
Comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe;
de esta manera se debe
modificar el idioma.

¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro
que quien descerraja un tiro,
dispara, pero no tira?
Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.

De largo sacan largueza
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.
De igual manera me quejo
al ver que un libro es un tomo;
será un tomo, si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.

Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladra un chucho
hay que llamarle ladrón.
Y si la sílaba «on»
indica aumento, yo extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.
Y, por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

Ya sobra para quedar 
convencido el más profano,
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.

Conque basta ya de historias,
si, para concluir, me dais
cuatro palmas no temáis
porque os llame palmatorias.

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