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«La mañana es algo fría, aunque el sol luzca en todo su esplendor. En pleno centro de Tánger, en Marruecos, lshmael toma a pequeños sorbos un té muy caliente. Lo necesita. La noche ha sido larga, como todas las noches que recuerda desde hace seis meses. lshmael es senegalés. Negro, negro retinto. Alto, delgado, de finas facciones. Manos muy largas y labios gruesos. Aunque no tan gruesos como suele ser habitual en los de su raza. Salió de Senegal hace seis meses y llegó a Marruecos hace tan solo mes y medio. En Senegal, lshmael estudió medicina. No fue fácil. Su familia, a pesar de que su padre es funcionario, no tenía medios suficientes para costearle sus estudios. Él trabajaba y estudiaba a la vez. Es lo más frecuente si se quiere estudiar en la Universidad de Dakar. Sí, Dakar; la ciudad donde termina el famoso rallye París-Dakar. De allí es lshmael.  

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Pero nunca pudo trabajar como médico. Montar una consulta costaba mucho dinero, y el Estado no ayuda; no tiene con qué ayudar a los jóvenes. Por eso tuvo que entrar como aprendiz en una peluquería. Él pensaba que con lo que iba a ganar podría, después de algún tiempo, montar su consulta. Pero, después de un año, el dueño de¡ establecimiento le dijo que iba a contratar a otro aprendiz, porque a él ya tendría que pagarle como experto, y el negocio no daba para tanto. lshmael quedó completamente hundido en la miseria. Cabizbajo y triste paseó sin rumbo. Recordó la conversación que no mucho tiempo atrás mantuvo con su amigo Rajib. Quedó con él. Hablaron largo rato y, después de dudarlo una y otra vez, decidieron emprender el largo viaje. Los pocos ahorros que tenían, alguna ropa de abrigo y el triste adiós a los seis meses de duro trayecto por toda Africa para llegar hasta Marruecos. La puerta de Europa. Necesitaban ciento cincuenta mil pesetas cada uno para cruzar el Estrecho de Gibraltar en una patera de cinco metros. No fue fácil conseguir el dinero. Mes y medio de trabajo de sol a sol, de comer una sola vez al día y de dormir en la calle. Pero ya estaba todo arreglado. Esta noche sería la gran noche.  

Embarcaron en la playa de Abjar, envueltos por una angustiosa oscuridad. Noventa minutos de trayecto por un mar relativamente tranquilo. De vez en cuando una ola les mojaba las cabezas. El aire era bastante fresco. La costa de Algeciras estaba al alcance de la mano. De pronto, un enorme foco que los deslumbraba, una voz que gritaba algo que les era imposible de entender, el estruendo de un potente motor. El patrón de la patera giró bruscamente y se escoró a estribor. Todos cayeron al agua. La confusión era enorme. La oscuridad total. lshmael esperó, escondido detrás de unos arbustos, a que amaneciera. Bajó a la playa. No había rastro de persona alguna. Miró detenidamente el mar: agua y más agua. Rajib había desaparecido. lshmael trabaja como agricultor en un invernadero junto a otros compañeros. Le gusta Málaga. Aunque no del todo bien, habla español. Más de una vez le han gritado "negro" por la calle, de forma insultante. Aunque lo disimula, le molesta. Pero no le molesta por él, sino porque su amigo Rajib, que desapareció intentando alcanzar Europa, también era negro».