Diálogo

Comunicación

«Clara se detuvo frente a una casa plagada de balcones y me tendió la mano. El viaje por lo maravilloso concluía, la pantalla volvía a perder su magia tornándose prosaica blancura.

-Vivo aquí –me dijo-. Gracias por haberme acompañado.

-Aún no me has contestado –insistí.

Clara prolongó el silencio unos instantes. Luego me miró fugazmente con una sonrisa transparente y, antes de bajar la mirada de nuevo, sólo musitó:

-Sí...

-Podemos estudiar en el parque –me apresuré, entusiasmado-. Luego, si tú quieres, iríamos al cine y...

-Solamente he dicho sí a las clases. Luego veremos. Pero este fin de semana tengo que hacer un viaje. ¿Te parece bien el lunes?

-¡Claro! Te esperaré en el parque.

Ella se despidió y desapareció en las sombras del portal, dejándome sin ganas de abandonar el lugar, de moverme siquiera, de dar por concluido el paladeo de momentos tan cargados de plenitud. »

MARTÍNEZ GIL, Fernando: El verano de la linterna mágica. Ed. Alfaguara.



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