Actividad 7

InstruccionesSigamos comprobando la coexistencia de culturas en Al-Ándalus durante la Edad Media. Para ello, analizaremos dos narraciones con la misma historia. Una de Calila y Dimna y la otra del Libro de Buen Amor. Puedes colocar los textos en la pantalla arrastrándolos con el ratón.






  Texto 1: CALILA Y DIMNA

EL ASNO SIN CORAZÓN Y SIN OREJAS

Y dijo el mono: -Dicen que un león vivía en un lugar, y estaba allí un lobo que comía sus sobras. Y ensarneció el león tanto, que se quedó muy flaco y muy triste, y no podía cazar. Y dijo el lobo cerval: -Señor, tu estado ya ha cambiado y no puedes cazar. Esto, ¿por qué es?

Dijo el león: -Por esta sarna que ves, y no hay otra medicina más que orejas y corazón de asno.

Dijo el lobo cerval: -Yo sé un lugar donde hay un asno de un lavandero que trae sobre él los lienzos a un prado aquí cerca de nosotros. Y cuando los descarga, los deja en el prado. Y confío en Dios que te lo traeré, y tomarás sus orejas y su corazón.

Dijo el león: -Hazlo si pudieres, pues eso es mi medicina y mi salud.

Y se fue el lobo cerval, y se acercó al asno y le dijo: -¿Por qué estás tan delgado y por qué tienes estas mataduras en el lomo?

Dijo el asno: -Este falso lavandero me lo hace, que se sirve de mí continuamente y me disminuye la cebada.

Dijo el lobo cerval: -Yo te enseñaré un lugar muy placentero y muy alejado donde nunca estuvo el hombre; y hay unas asnas, las más hermosas que nunca nadie vio, y necesitan machos.

Dijo el asno: -Pues vayamos allá, que aunque no lo hiciera más que por tu amistad, ya me bastaría para ir allá contigo.

Y se fueron ambos junto al león, y saltó el león sobre el asno por detrás para cogerlo, y se le escapó el asno de las manos y se fue, y se volvió a su lugar.

Dijo el lobo cerval al león: -Si dejaste el asno a sabiendas, ¿por qué me hiciste molestarme en ir a buscarlo? Y si fue la debilidad lo que te lo hizo dejar y no lo pudiste agarrar, esto todavía es peor.

Y supo el león que si decía que lo había dejado a sabiendas, sería considerado un necio, y si dijese que no lo había podido agarrar, lo tendría por débil y por cansado.

Dijo el león: -Si te me vuelves a traer al asno, te diré lo que preguntas.

Dijo el lobo: -Pienso que el asno está escarmentado y no querrá volver otra vez; sin embargo, iré de nuevo, si lo pudiere engañar, para traerlo aquí.

Y se fue hacia el asno, y el asno, en cuanto lo vio, le dijo- ¿Cuál fue la traición que me quisiste hacer?

Dijo el lobo cerval: -Te quise hacer un bien y no estuviste dispuesto. Y lo que saltó sobre ti no era más que una de las asnas que te dije; y como vio un asno no supo de qué manera jugar contigo. Y si tú te hubieras estado quieto un poco, se te hubiera metido debajo.

Cuando el asno oyó nombrar a las asnas, le renació su deseo, y se fue con el lobo cerval al león, y saltó el león sobre él, y lo cogió y lo mató.

Después dijo el león al lobo cerval: -Yo me quiero bañar. Después comeré las orejas y el corazón y con lo demás haré sacrificio que así me lo mandaron los médicos. Pues, cuida tú al asno y después volveré a ti.

Y después de que se marchó el león, tomó el lobo cerval las orejas y el corazón del asno y lo comió en la confianza de que, cuando el león viese esto, no comería nada de lo que quedaba porque lo tendría por mal agüero. Y cuando volvió el león, le dijo: -¿Dónde está el corazón y las orejas del asno?

Dijo él: -¿No viste tú que el asno no tenía corazón ni orejas?

Dijo él: -Nunca vi mayor maravilla que ésta que tú dices.

Dijo el lobo cerval: -Señor, no te extrañes, mas piensa que si él tuviera corazón y orejas, no hubiera vuelto a ti por segunda vez, habiéndole hecho lo que le hiciste.

 

LACARRA, Mª. Jesús, ed.: Cuentos de la Edad Media (Calila y Dimna). Editorial Castalia, «Odres nuevos», Madrid, 1989, 109-111.

  Texto 2: LIBRO DEL BUEN AMOR

(...) El león estuvo enfermo, le dolía la cabeza.
Cuando la tuvo sana y la llevaba enhiesta,
todos los animales, un domingo, a la siesta,
vinieron ante él para hacer buena fiesta.

Estaba allí el burro y lo nombraron juglar,
como estaba muy gordo empezó a brincar,
y, tocando su tambor, a rebuznar muy alto,
iba a ensordecer al león y a los demás.

El león se enfadó con sus chocarrerías,
quiso despedazarlo, pero alcanzarlo no pudo,
tocando su tambor se fue sin perder momento,
el león se sintió burlado por el orejudo.

El león dijo luego que el perdón le daría,
mandó que lo llamasen, que la fiesta honraría,
todo lo que pidiese se lo otorgaría,
la zorra juglaresa dijo que lo llamaría.

Se fue la raposilla adonde el asno estaba
paciendo en un prado; muy bien lo saludó:
«Señor -dijo- cofrade, vuestro solaz honraba
la reunión que ahora no vale un haba;

más valía vuestra algazara y vuestro buen solaz,
vuestro tambor sonando y la musiquilla que hace
que toda nuestra fiesta; al león mucho le place
que volváis a tocarlo a salvo y en paz.»

Creyó falsos halagos, le resultó peor,
regresó a la fiesta bailando el cantador.
El burro no conocía las maneras del señor,
para el juglar necio el ruido del tambor.

Como el león tenía sus monteros reunidos,
prendieron a don Burro, según les habían instruido,
lo llevaron al león que lo abrió por los costados,
ante su firmeza están todos asustados.

Mandó el león al lobo que con sus uñas afiladas
lo guardase entero mejor que a las ovejas.
No bien el león traspuso una o dos calles,
el lobo comió el corazón y las orejas.

Cuando el león vino ansioso por comer,
pidió al lobo el asno que le había encomendado;
sin corazón y sin orejas lo trajo desfigurado;
el león se enfadó e irritó contra el lobo.

El lobo dijo al león que el asno así había nacido,
que, si corazón y orejas hubiera tenido,
hubiera comprendido sus mañas y sus noticias oído,
pero no lo tenía y por esto había venido. (...)

HITA, Arcipreste de: El libro de Buen Amor, 4ª Edición. Editorial Bruguera. Barcelona, 1978, 259-261. Versión moderna.