Literaria D-1

DiversidadEl mago Merlín es un personaje fundamental en el mundo de Camelot. Y Harry Potter es su ilustre discípulo en nuestra época. Veamos cómo son cada uno de ellos.

Texto 1: Merlín

Estaba vestido con una flotante túnica con puños de pieles y símbolos del zodíaco bordados por toda la tela, además de otros signos cabalísticos, como triángulos con ojos en el centro, cruces extrañas, hojas de árboles, huesos y estrellas que relucían como espejos al sol. Se tocaba con un capirote semejante al que las damas de la época solían llevar, si bien las mujeres acostumbraban a adornarlo con un trozo de velo que flotaba en el aire. Usaba también unas gafas con montura de cuerno, como las del rey Pelinor. Eran unos anteojos poco corrientes, ya que carecían de patillas y tenían forma de tijeras o de antenas de la avispa tarántula (...).

Merlín poseía una larga barba blanca y unos bigotes también largos y blancos que colgaban lacios a ambos lados de la barba. Una inspección más detenida mostraba que el anciano estaba muy lejos de ir limpio. No es que tuviera las uñas negras, ni nada por el estilo, sino que en su cabello parecía haber estado anidando algún ave de gran tamaño (...). El anciano aparecía cubierto de excrementos de pájaro por los hombros, y sobre las estrellas y triángulos de su túnica. Además, una gran araña descendía desde la punta de su sombrero, mientras el viejo observaba al muchacho que estaba delante de él. Tenía expresión preocupada, como si estuviera tratando de recordar algo importante. Sus suaves ojos azules, muy grandes y redondos detrás de las gafas de cuerno, poco a poco se fueron empañando mientras miraba al niño, hasta que por fin volvió la cabeza hacia otro lado con expresión resignada, como si aquello fuera demasiado para él.

WHITE, Terence H.: Camelot. Libro I, Cap. 3.

 

Texto 2: Harry Potter

«En cuanto Harry llegó a la casa, tío Vernon le guardó en un baúl bajo llave, en la alacena que había bajo la escalera, todos sus libros de hechizos, la varita mágica, las túnicas, el caldero y la escoba de primerísima calidad, la Nimbus 2000. ¿Qué les importaba a los Dursley si Harry perdía su puesto en el equipo de quidditch de Gryffindor por no haber practicado en todo el verano? ¿Qué mas le daba a los Dursley si Harry volvía al colegio sin haber hecho los deberes? Los Dursley eran lo que los magos llamaban muggles, es decir, que no tenían ni una gota de sangre mágica en las venas, y para ellos tener un mago en la familia era algo completamente vergonzoso. Tío Vernon había incluso cerrado con candado la jaula de Hedwing la lechuza de Harry, para que no pudiera llevar mensajes a nadie el mundo mágico(...).

ROWLING, J. K.: Harry Potter y la cámara secreta, p. 11.

«Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y esmirriado para su edad, había crecido varios centímetros durante el último verano, Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Tras las gafas tenía unos ojos verdes brillantes, y sobre la frente, claramente visible entre el pelo, una cicatriz alargada en forma de rayo (...)».

ROWLING, J. K.: Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p. 11.

«Miró la varita mágica, que todavía tenía en la mano. Si ya lo habían expulsado (el corazón le latía con dolorosa rapidez), un poco más de magia no empeoraría las cosas. Tenía la capa invisible que había heredado de su padre. ¿Qué pasaría si hechizaba el baúl para hacerlo ligero como una pluma, lo ataba a la escoba, se cubría con la capa y se iba a Londres volando? Podría sacar el resto del dinero de la cámara y... comenzar su vida de marginado. Era un horrible panorama, pero no podía quedarse allí sentado o tendría que explicarlo a la policía muggle por qué se hallaba allí a las tantas de la noche con una escoba y un baúl lleno de libros de encantamientos».

ROWLING, J. K.: Harry Potter y el prisionero de Azkaban, p. 32.