Podría ser:
La lluvia golpeaba los cristales de la ventana, mientras Sara, sentada junto a ella, pensaba en el día anterior cuando paseaba por el parque. Una ráfaga de aire cálido y húmedo abrió la puerta apagando la única vela que quedaba. La habitación se llenó de oscuridad y la piel se le erizó. Por fin se oyó un ruido; llevaba días y días esperando que sus tímpanos se mecieran en sus oídos. Dos semanas prisionero en la nave era más de lo que se podía soportar. Nadie podía ayudar; estaban perdidos. Los árboles caían, las grietas del suelo eran cada vez más grandes y el coche inmóvil. Hasta que el gato entró corriendo. Por fin arreglarían el pinchazo.