La gallardía de su persona, la majestad
de sus modales, la viveza y prontitud de su ingenio, ayudados de una conversación
fácil, le ponían a su favor los ánimos de todos.
Dicen
de Venecia, la reina del Adriático, que es la capital del romanticismo.
El
ladrón, que lo había escuchado todo, corrió a darles las
noticias.
Y llegando las vísperas de las fiestas, toda la ciudad se
pone en movimiento.
Yo creo que, atareados como estamos todos, lo mejor será
que cada uno se vaya a su trabajo.