Pablo se acercó a Tonecho, que con un pañuelo humedecido intentaba contener la hinchazón de la cara.
¾¿Qué tal? ¾le preguntó.
Tonecho lo miró desde su único ojo descubierto.
Luis respondió por Tonecho.
¾Si me hubiera hecho caso a mí, a estas horas aún tendría el ojo sano.
¾Qué sabrás tú ¾contestó Tonecho.
¾Caro que lo sé, por eso hablo y, si yo hubiera estado allí, tú no te habrías metido en ese lío ¾replicó Luis.