Carolina, que poco a poco iba excitándose, dijo que esperaba esta visita desde que había iniciado ese largo pleito que les ataba de pies y manos. Carolina sabía que Luisa vendría a implorar clemencia, pero no creía que fuese tan pronto. Así pues, exigiría una rendición sin condiciones, y de este modo, se acabarían las reformas, las protestas, las huelgas... En fin, que sería el triunfo total de los Tuser, el suyo propio y el de Juan.
Luisa, asustada, le preguntó a Carolina si le ocurría algo.
Carolina le respondió que se fuese y que la dejase sola, ya que era su propia venganza, su victoria, y debía recogerla ella sola.