En las selvas tropicales del Zaire, el zoólogo holandés Adriaan Kortlandt pudo observar a un chimpancé viejísimo, tan anciano que el pelo de su cabeza era completamente gris.
El cuerpo del animal estaba ya bastante pachucho. No podía trepar a los árboles, y sin embargo, disfrutaba de un importante número de privilegios, por su edad.
La pregunta penosa es por qué entre los hombres actuales las personas de edad merecen tan poca consideración, contrariamente a lo que ocurre, por lo general, entre los leones salvajes, elefantes, babuinos esteparios, gallos de las praderas, canarios, chimpancés y otros.