¡Dios creador! ¡Qué maravilla!
¿Qué estrella será esa que brilla?;
hasta ahora no la he advertido;
hace bien poco que ha nacido.
¿Habrá nacido el Creador;
de todas las gentes señor?
No es verdad, no sé qué me digo;
todo esto no vale ni un higo.
Otra noche la miraré,
y, si es verdad, bien lo sabré
¡Gran verdad es lo que yo digo!
En absoluto lo porfío.
¿No puede ser otra señal?
¡Esto es y no es nada más!
Dios -es seguro- nació de hembra
en el mes este de diciembre.
Donde esté iré, lo adoraré,
por Dios de todos lo tendré.

No sé esa estrella de do viene,
quién la trae o quién la detiene.
¿Por qué ha surgido esta señal?
Jamás en mis días vi tal.
De cierto ha nacido en la tierra
aquel que, en la paz y en la guerra,
Señor será desde el Oriente,
de todos, hasta el Occidente.
Por tres noches me lo veré
y más de veras lo sabré.
¿Será verdad que ya ha nacido?
Dudo de lo que he advertido.
Iré, lo adoraré,
le imprecaré y le rogaré.

MELCHOR (en su palacio)

Válgame el Creador, ¿tal cosa

(Adaptación)

El teatro medieval.

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Primera obra de teatro.

Tema.

Intención.

Traductores de Toledo.

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El autor.

Su obra.

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---- Un día, dijo el Conde a Patronio que tenía mucho empeño en ir a un lugar en el que debían darle una cantidad de dinero y que, si se detenía algún tiempo allí, podría obtener buenas ganancias. Pero sentía mucho recelo porque, si se quedaba, su vida corría un gran peligro. Por eso le rogaba que le aconsejase lo que debía hacer.
---- - Señor conde -dijo Patronio- un hombre llevaba una gran cantidad de piedras preciosas a cuestas, y eran tantas que se le hacían muy pesadas de llevar. Y ocurrió que tuvo que pasar un gran río y como llevaba una carga tan grande, se hundía más que si no la llevase. Y cuando llegó a lo más profundo empezó a hundirse mucho más.
---- Y un hombre que estaba a la orilla del río, comenzó a darle voces diciéndole que si no tiraba la carga, sería hombre muerto. Y el loco avaricioso no entendió que si se moría en el río, perdería el cuerpo y la carga que llevaba; y, si la echaba, aunque perdiese la carga no perdería el cuerpo. Y, por la gran codicia de lo que valían las piedras preciosas que llevaba, no las quiso tirar y murió en el río, perdiendo el cuerpo y también la carga.
---- Y vos, señor Conde Lucanor, todo lo que podáis hacer por vuestro dinero y para vuestro provecho, será bueno que lo hagáis. Pero si el quedaros supone peligro para vuestra vida, no os quedéis allí ni por codicia del dinero ni por nada parecido. Y nunca arriesguéis vuestro cuerpo si no fuera por algún asunto que toque a vuestra honra.
---- El Conde tuvo por bueno este consejo, y lo llevó a cabo y le dio buen resultado.
---- Y como Don Juan entendió que el ejemplo era muy bueno, lo hizo escribir en este libro en unos versos que dicen así:

"Quien por codicioso demasiado se aventura
será maravilla si el bien mucho le dura."

El conde Lucanor. Don Juan Manuel. (Adaptación)