Las peras nos costaron muy caras;
casi a precio de oro.
Mi padre y mi madre asistieron a mi operación
de corazón.
Gracias al cariño de mi primo, se salvó el
precioso loro.
Por aquel barro se arrastraban carros y carretas.
Los
perros corrían y saltaban por los altos cerros.
Los ricos no siempre
ven todo de color de rosa.
Daba risa ver saltar a las ranas entre las ramas
de la charca.