1.3.1.4.
Narrador: punto de vista. ESO
Un narrador puede contar la historia
desde distintos puntos de vista. En cada novela la perspectiva puede ser
distinta e, incluso, cambiar en la misma novela… Según el punto de vista
adoptado el narrador podrá ser:
OMNISCIENTE
El narrador sabe más que los
personajes. Se trata de un punto de vista prácticamente ilimitado. La historia
puede ser vista desde diferentes ángulos, más allá de cualquier tiempo o lugar.
El lector puede recibir una información completa sobre los sentimientos, ideas
y emociones de los personajes.
Desde
que tuvo uso de razón, el Nini siempre oyó decir que la señora Clo, la del
Estanco, era la tercera rica del pueblo. Delante estaban don Antero, el
Poderoso, y doña Resu, el Undécimo Mandamiento. Don Antero, el Poderoso, poseía
las tres cuartas partes del término; doña Resu y la señora Clo sumaban, entre
las dos, las tres cuartas partes de la cuarta parte restante y la última cuarta
parte se la distribuían, mitad por mitad, el Pruden y los treinta vecinos del
lugar. Esto no impedía a don Antero, el Poderoso, manifestar frívolamente en su
tertulia de la ciudad que “por lo que hacía a su pueblo, la tierra andaba muy
repartida”.
Miguel
Delibes, Las ratas
NARRADOR-TESTIGO
Es
un personaje de pleno derecho en la historia, implicado en mayor o menor grado
en la acción, de trato más o menos cercano con los personajes principales, y
que se dirige al lector en primera persona. Se caracteriza porque su acceso a
los pensamientos y sentimientos de los personajes es el ordinario. Sin
embargo puede transmitir bastante información al lector ya que puede conocer cartas, diarios, conversaciones entre otros personajes…
Y
esa noche, después de cenar, pusiéronse a jugar la colación él y el alguacil
y sobre el juego vinieron a reñir y a haber malas palabras. Él llamó al
alguacil ladrón, y el otro a él falsario. Sobre esto, el señor comisario, mi
señor, tomó un lanzón que en el portal do jugaban estaba; el alguacil puso mano
a su espada, que en la cinta tenía. Al ruido y voces que todos dimos, acuden
los huéspedes y vecinos y métense en medio. Y ellos, muy enojados, procurándose
de desembarazar de los que en medio estaban, para se matar.
Anónimo,
Lazarillo de Tormes
NARRADOR-PROTAGONISTA
Si
el narrador es el protagonista que cuenta su propia historia en primera persona, sus
fuentes de información serán menores. Debe limitarse casi exclusivamente a sus
propios sentimientos y pensamientos. Un ejemplo de este tipo de narrador podemos
encontrarlo en el Lazarillo de Tormes;
así vemos como en un mismo relato se pueden combinar diferentes tipos de
narrador.
Pues sepa Vuestra
Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé
González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi
nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre; y
fue desta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña que está ribera de
aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y estando mi madre una
noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que
con verdad me puedo decir nacido en el río.
Anónimo,
Lazarillo de Tormes
NARRADOR OBJETIVO
Se
trata de un narrador deficiente, intenta no mostrar su presencia y trata de
reproducir tan solo lo que puede verse u oírse. El narrador sabe menos que los
personajes, da menos información que estos. Este tipo de narrador es moderno.
Veamos un ejemplo:
–¿Me dejas que descorra la cortina?
El ventero asentía con la cabeza. Era un lienzo pesado, de tela de
costales.
Pronto le conocieron la manía, y en cuanto se hubo sentado una
mañana, como siempre, en su rincón, fue el mismo ventero quien apartó la
cortina, sin que él se lo hubiese pedido. Lo hizo ceremonioso, con un gesto
alusivo, y el otro se ofendió:
–Si te molesta que abra la cortina, podías haberlo dicho, y me
largo a beber a otra parte. Pero ese retintín que te manejas, no es manera de
decirme las cosas.
–Pero hombre, Lucio, ¿ni una broma tan chica se te puede gastar?
No me molesta, hombre; no es más que por las moscas, ahora en el verano; pero
me da lo mismo, si estás a gusto así. Sólo que me hace gracia el capricho que
tienes con mirara para afuera. ¿No estás harto de verlo? Siempre ese mismo
árbol y ese camino y esa tapia.
–No es cuestión de lo que se vea o se deje de ver. Yo no sé ni
siquiera si lo veo; pero me gusta que esté abierto, capricho o lo que sea. De
la otra forma es un agobio, que no sabes qué hacer con los ojos, ni donde
colocarlos. Y además, me gusta ver quién pasa.
–Ver quién no pasa, me querrás decir.
Callaba. El ventero tenía los antebrazos peludos contra el
mostrador, y todo el peso del torso sobre ellos. Una tira de sol se recostaba
en el cemento del piso.
Rafael Sánchez Ferlosio,
El Jarama
Pasemos ahora a ver algún
texto más.