1.3.1.3.
Narrador: voz. ESO
El narrador que cuenta la historia puede
formar parte de la misma o no. En el primer caso será un narrador interno; en
el segundo, externo.
NARRADOR
INTERNO
En el texto que leerás a
continuación, el narrador nos cuenta la historia desde dentro y hemos señalado
en qué momentos podemos apreciarlo:
Por dificultades en el último momento para
adquirir billetes, llegué a Barcelona a media
noche, en un tren distinto del que había anunciado,
y no me esperaba nadie.
Era
la primera noche que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario me parecía una aventura agradable y excitante aquella
profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas […]
Carmen Laforet, Nada
En otros textos, en cambio, el narrador se sitúa fuera de la historia y no podemos encontrar ninguna marca de su presencia, como comprobamos en el siguiente cuento de Augusto Monterroso:
Había
una vez un niño llamado David N., cuya puntería y habilidad en el manejo de la
resortera despertaba tanta envidia y admiración en sus amigos de la vecindad y
de la escuela, que veían en él –y así lo comentaban entre ellos cuando sus
padres no podían escucharlos– un nuevo David.
Pasó
el tiempo
Cansado
del tedioso tiro al blanco que practicaba disparando sus guijarros contra latas
vacías o pedazos de botella, David descubrió que era mucho más divertido
ejercer contra los pájaros la habilidad con que Dios lo había dotado, de modo
que de ahí en adelante la emprendió con todos los que se ponían a su alcance,
en especial contra Pardillos, Alondras, Ruiseñores y Jilgueros, cuyos
cuerpecitos sangrantes caían suavemente sobre la hierba, con el corazón agitado
aún por el susto y la violencia de la pedrada.
David
corría jubiloso hacia ellos y los enterraba cristianamente.
Cuando
los padres de David se enteraron de esta costumbre de su buen hijo se alarmaron
mucho, le dijeron que qué era aquello, y afearon su conducta en términos tan
ásperos y convincentes que, con lágrimas en los ojos, él reconoció su culpa, se
arrepintió sincero y durante mucho tiempo se aplicó a disparar exclusivamente
sobre los otros niños.
Dedicado
años después a la milicia, en la Segunda Guerra Mundial David fue ascendido a
general y condecorado con las cruces más altas por matar él solo a treinta y
seis hombres, y más tarde degradado y fusilado por dejar escapar con vida una
Paloma mensajera del enemigo.
Augusto
Monterroso, La honda de David.
NARRADOR DE PRIMER NIVEL Y DE
SEGUNDO NIVEL
En ocasiones una
narración se inserta en otra, es decir, hay dos niveles en el relato; otras
veces solo se da un nivel de narración. Cuando el narrador cuenta la historia
en un único nivel –sería el caso de los narradores de Nada, El guardián entre el centeno o David– se dice que es un narrador externo al propio relato. Por el
contrario, otras veces el narrador lo es
de un relato de segundo nivel. Veamos un ejemplo:
EJEMPLO
XXXIV
DE
LO QUE ACONTECIÓ A UN CIEGO CON OTRO
Otra
vez hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, de esta guisa:
–Patronio,
un mi pariente y amigo, de quien yo fío mucho y estoy seguro de que me ama
verdaderamente, me aconseja que vaya a un lugar del que me recelo yo mucho. Y
díceme él que no haya recelo ninguno; que antes tomaría él la muerte que yo
tome ningún daño. Y ahora, ruégoos que me aconsejéis en esto.
–Señor
conde Lucanor –dijo Patronio–, para este consejo mucho querría que supieseis lo
que aconteció a un ciego con otro.
Y
el conde le preguntó cómo había sido aquello.
–Señor conde –dijo Patronio–,
un hombre moraba en una villa y perdió la vista de los ojos y fue ciego. Y
estando así ciego y pobre, vino a él otro ciego que moraba en aquella villa, y
díjole que fuesen ambos a otra villa cerca de aquella y que pedirían por Dios y
que habrían de qué mantenerse y sustentarse.
Y aquel ciego le dijo que sabía que en aquel camino de aquella villa
que había pozos y barrancos y muy fuertes pasadas: y que se recelaba mucho de
aquella ida.
Y el otro ciego le dijo que no hubiese recelo. porque él se iría con
él y lo pondría a salvo. Y tanto le aseguró y tantas pros le mostró en la ida,
que el ciego creyó al otro ciego y fuéronse.
Y desde que llegaron a los lugares fuertes y peligrosos cayó el ciego
que guiaba al otro, y no dejó por eso de caer el ciego que recelaba el camino.
Y
vos, señor conde, si recelo habéis con razón y el hecho es peligroso, no os
metáis en peligro por lo que vuestro pariente y amigo os dice, que antes morirá
que vos toméis daño; porque muy poco os aprovecharía a vos que él muriese y vos
tomaseis daño y murieseis.
Y
el conde tuvo éste por buen consejo e hízolo así y hallóse en ello bien.
Y
entendiendo don Juan que este ejemplo era bueno, hízolo escribir en este libro.
E hizo estos versos que dicen así:
Nunca te metas do hayas
malandanza
aunque tu amigo te haga
seguranza.”
Don Juan Manuel, El conde Lucanor
El texto de El conde Lucanor presenta un relato que se incluye en otro. La parte que aparece en negro correspondería al primer nivel del relato, es lo que se denomina relato-marco. Patronio y Lucanor son personajes de la historia contada en este primer nivel. En el segundo nivel –lo marcado en rojo– Patronio se convierte en narrador que cuenta una historia a un narratario que tenemos que identificar con Lucanor. Este segundo narrador –Patronio– actúa en un segundo nivel narrativo. Los casos de relatos dentro de otros relatos son muchos, recordemos a Scherezade, protagonista de Las mil y una noches desgranando cuento tras cuento; o Ulises en los cantos IX–XII de La Odisea contando su propia historia en la guerra de Troya: Scherezade y Ulises son personajes de una historia marco que narran otras historias insertas, son narradores internos. Quizás los esquemas ayuden a entender mejor estas cuestiones.
En las actividades
correspondientes a este apartado encontrarás más textos con los que
practicar.
POR ÚLTIMO, en este apartado podemos mencionar los casos en los que una narración incluye otra, que a su vez tiene inserta una tercera…, como en las cajas chinas o las muñecas rusas. A esta estructura se la denomina con una expresión francesa “mise en abyme”. En el texto siguiente, puedes ver un ejemplo; al leerlo, considera cada película como una narración. Para que sea más claro, las marcamos con colores diferentes
Se había escapado de la escuela. Era la primera vez, y le pareció
que la mejor manera de pasar el tiempo sería viendo una película. Depositó su
bolso escolar en un tenducho, llegó al cine y compró una localidad barata,
listo para sumergirse por noventa minutos en un mundo apasionante. Ya estaban
apagadas las luces de la sala, y a tientas buscó un sitio vacío. Los mágicos
letreros de la pantalla daban el título de la cinta, la que comenzó de
inmediato.
En la
película, un pequeño actor hacía el papel de
un escolar que, por primera vez, se escapaba de la escuela. Pareciéndole que la
mejor manera de llenar el tiempo era en un cine, compra una localidad barata y
entra a la sala cuando en la pantalla un actor de pocos años hacía el
papel de un escolar que, por primera vez, se fuga de la escuela, y decide ir al
cine para pasar el tiempo. El actorcito tomaba asiento en el instante en que,
en el film, un
niño escolar, fugado de la escuela, entra a un cine para pasar el tiempo. Al
frente se proyectaba la imagen de un niño que, por primera vez, faltaba a su
escuela y llenaba su tiempo viendo una cinta,
cuyo argumento consistía en que un chico, por primera vez…
Álvaro Menén Desleal, El argumento