Los humanos vivimos en un medio
externo que está cambiando continuamente. Sin embargo, nuestras condiciones
internas deben mantenerse más o menos constantes para poder vivir. Debemos ser capaces de responder a los cambios que se puedan producir y
adaptarnos a ellos. Además, en un ser pluricelular como nosotros, cada
célula no puede funcionar independientemente de las otras, debe haber una
coordinación entre todas ellas para que funcione bien. Por todo lo
indicado, la función vital de relación es fundamental para
nosotros. La relación
es la capacidad de los seres vivos de recibir información del
medio externo e interno, procesarla, coordinarla y responder
adecuadamente a ella.
Para que pueda llevarse a cabo esta función vital, se necesitan los siguientes elementos: 1) Estructuras capaces de recibir la información, los estímulos, tanto del exterior del cuerpo como del interior: son los receptores sensoriales. Un tipo especial de receptores son los órganos de los sentidos. 2) Un sistema que reciba la información, la interprete y dé una respuesta adecuada y coordinada. En nuestro caso, el sistema nervioso y el endocrino. 3) Finalmente, se necesitan órganos o estructuras que efectúen las órdenes recibidas, son los efectores: aparato locomotor (huesos y músculos) y glándulas. Analicemos cómo funciona esta función vital con un ejemplo: Si estamos sentados y vemos que viene hacia nosotros un balón a toda velocidad, lo más probable es que nos apartemos para evitar el impacto. Pero, ¿cómo lo hemos hecho? 1) Si hemos detectado el riesgo es porque los receptores del ojo han captado la imagen del balón en movimiento. 2) La información se transmite al sistema nervioso, llegando al cerebro, el cual interpreta la imagen como un posible riesgo. En consecuencia da la orden de movernos. 3) Los músculos efectúan la orden y nos apartamos evitando el golpe.
Esquema de la
relación.
|