Los receptores sensoriales son los encargados de captar la información del medio externo e interno y de transmitirla al sistema nervioso. Pueden ser muy sencillos (ej.: receptores del dolor) o ser más complejos (ej.: receptores de presión), incluso muchos receptores se pueden agrupar formando un órgano sensorial (ej.: ojo, oído).
Para que un receptor
comience a percibir información y pueda trasmitirla, el
estímulo debe tener una determinada intensidad, por debajo de
la cual no se percibe nada. A este estímulo mínimo se le llama
UMBRAL.
Según su localización, existen dos tipos de receptores: 1) Exteroceptores: son los órganos sensitivos de la piel y los sentidos especiales (oído, vista...), que reciben sensaciones del mundo exterior. 2) Interoceptores: localizados en el interior del organismo de donde reciben la información. Pueden ser de dos tipos:
Otra forma de clasificar los receptores es en función de la forma de energía a la que responden, así se distinguen: 1) Quimiorreceptores: sensibles a sustancias. 2) Mecanorreceptores: se estimulan con cambios de presión, contacto, roce, ondas sonoras, etc. 3) Fotorreceptores: responden a la luz. 4) Termorreceptores: sensibles a los cambios de temperatura.
Seguramente habrás
notado que cuando llegas a un sitio, éste te huele a algo en
particular; sin embargo, cuando llevas un tiempo ya no percibes
el olor del principio. Este fenómeno se llama ADAPTACIÓN,
consiste en la capacidad que tienen algunos receptores para
adaptarse a un estímulo y dejar de percibirlo.
Entre los receptores más sencillos están los del dolor y los localizados en la piel responsables del sentido del tacto: a) Los receptores del dolor son simples terminaciones nerviosas (final de un nervio) repartidas por todo el cuerpo.
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