El envidioso Hartzenbusch |
Magnífico manzano en el corral de un clérigo crecía. Un vecino, de envidia se moría viéndole tan fecundo y tan lozano: él ni manzano ni corral tenía. Y ya que de otro modo no supo desfogar su encono fiero, arrojaba al frutal desde un granero el desperdicio de su casa todo, haciendo del corral estercolero. Bien ensució el ramaje; mas la lluvia a su tiempo le limpiaba, la tierra con la broza se abonaba, y el resultado fue del ruin ultraje que más fruto y mejor el árbol daba. Más útil que nociva es la gente mordaz que tanto abunda, pues hace con su rabia furibunda que el íntegro varón más cauto viva, y más pronto a sus émulos confunda. |
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