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La verdad sospechosa

Hartzenbusch

 

Llevaban a enterrar dos granaderos

al soldado andaluz Fermín Trigueros,

embrollón sin igual, que de un balazo

cayó sin menear ni pie ni brazo.

-¡Hola, sepultureros! (les dijo un oficial),

¿murió ese tuno?

-Murió, (contesta, de los dos, el uno).

Aquí Trigueros en su acuerdo torna,

y oyendo la expresión, dice con sorna:

Lo que es por la presente,

me figuro que vivo, mi teniente.

A lo cual replicó su camarada:

No dé usted a Fermín crédito en nada.

Siempre embustero fue:

su fin es cierto; pero aún miente

el bribón después de muerto.

 

Quien falte a la verdad, con eso cuente:

dirá que hay Dios, y le dirán que miente.

 

el lirio 1los tres quejosos

fábulas literarias

Mª Lourdes García Jiménez