El Chingólo


Le decían el Chingólo
por esas canillas flacas,
siempre agarraba un rebote
metido dentro del área.


Siempre estaba paradito
con ese nueve en la espalda,
mirando que en la defensa
alguno se equivocara.


Entonces aparecía
como por arte de magia,
como esos que tienen siempre
un comodín en la manga.


Donde había algún rebote
seguro que él lo agarraba,
imanes tenían las suelas
de aquél goleador de raza.


Nunca lo vimos corriendo
ni vimos, que se matara,
como una novia sumisa
la pelota le llegaba.


Cuando agarraba un rebote
seguro ponía su marca,
de punta o como viniera
entonces no perdonaba.


Chingólo del barrio nuestro
terror de todas las áreas,
si habrás metido mil goles
sin despeinarte las alas.


Un día de aquellos tantos
enfrentamos a Barraca,
con fama de peliagudo
cuando jugaba en su cancha.


Tenían un dos grandote,
tan alto como una tapia,
y todos lo conocían
con el apodo de Taita.


Apenas si comenzamos
el Taita le dio con ganas,
le dio un gambazo de aquellos
que casi le parte el alma.


Se pegó como estampilla
sin perderle una pisada,
si el Chingólo se iba al baño
el Taita lo acompañaba.

 

Lo había borrado al Chingólo
le había cortado las alas,
si parecía prisionero
adentro de alguna jaula.


Faltaban cuatro minutos
y el cero no se alteraba,
derechito a los penales
aquello se encaminaba.


El Taita lo había borrado
al Chingólo de la cancha,
y el Chingoólo como un barco
sin destino naufragaba.


Entonces llegó aquel centro
con pelota envenenada,
la pelota dio de lleno
en el cinco de Barraca.


Se desvió y fue a caer
entre medio de diez gambas,
sólita buscando novio
casi en el borde del área.


De pronto como un relámpago
teniendo encima la marca,
de punta le dio el Chingólo
en la última jugada.


La pelota presumida
cruzó despacio la raya,
y fue a convertirse en gol
cuando todo terminaba.


El Taita casi llorando
no entendía que pasaba,
si a muerte lo había marcado
poniendo el alma y las ganas.


Así son los goleadores
a veces no pillan nada,
y otras veces como esta
con un puntazo te ganan.


Así fue que nos trajimos
de la cancha de Barraca,
aquel triunfo, de uno a cero,
que está escrito en la nostalgia.


Chingoólo del barrio nuestro
vos tenías esa chapa,
esa chapa diferente
de ser goleador de raza.

José Cantero Verni

 

Mª Lourdes García Jiménez

 

Actividades de comprensión lectora