Esperanzas

 

Me gusta el atardecer

porque precede al silencio,

me gusta mirar el agua

porque en el mar es inmenso.

El sol en su despedida

me guiña un ojo riendo,

estoy sola en la playa

acunada por el viento.

Las olas rozan mis pies,

se acercan dándome besos,

la luz se marcha muy queda,

sin despedirse, en silencio.

Las sombras que ya me envuelven

susurran una poesía,

cierro los ojos y escucho

una suave melodía.

Viene prendida en el aire

y en el aire continúa 

su camino hacia otra parte,

vagando tras de la luna.

Me traslada al infinito,

me dejo llevar sin miedo

y con los ojos del alma

no miro, pero si veo.

Es grandioso lo que siento,

una paz inigualable

que se me mete muy dentro,

como renovando el aire.

   

Siento un leve cosquilleo,

recorre todo mi cuerpo,

¡sensación de libertad!,

me despierto sonriendo. 

Cuando de nuevo mis ojos

miran en la oscuridad,

me encuentro de nuevo sola

con mi triste soledad.

Se mueren mis esperanzas

de no tener este miedo,

a no saber encontrar

la inmensidad de mi cielo.

 

 

Mª Lourdes García Jiménez

Febrero 1990