¿Pero, cómo era el Nuevo Mundo?
Según describió Colón, el Nuevo Mundo era hermosísimo, lleno de una grandísima variedad de árboles que parecían acariciar el cielo, verdes y brillantes, floridos, con frutos, con mil pájaros de colores…
¿Y sus habitantes?
Iban sin ropas, en contraste con las capas y sombreros de los visitantes y parecían amables y generosos, pero lo mejor es que lo cuente el mismo Colón:
“cuando veían acercarse a los nuestros, huían rápidamente; y esto ocurría no porque a alguno de ellos se le haya hecho daño o proferido injuria; sino al contrario a cualquiera que me acerqué y con todos los que pude hablar, les regalé cuanto tenía: paño y otras muchas cosas, sin esperar algo a cambio; pero son por naturaleza asustadizos y les da pavor. Verdad es que después que se sienten seguros y una vez perdido el miedo, son tan sencillos y tan espléndidos con todo lo que tienen. Al pedirles cualquier cosa que posean, jamás dicen que no. Más aún, ellos nos invitan a aceptarla. Todos ofrecen tanto amor, que dan artículos de gran valor por cualquier cosa de poco precio, y que por pequeña que ésta sea ellos se van contentos. Yo prohibí, por tanto, que se les diesen cosas de tan poco valor como pedazos de escudillas rotas o pedazos de vidrio roto y cabos de agujetas; aunque cuando ellos lograban obtenerlas, les parecía tener la mayor joya del mundo porque me pareció injusto y les di muchas cosas útiles y preciosas que llevaba conmigo, sin pedir recompensa”.
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