Entre 1870 y 1914, las naciones europeas y en menor medida Estados Unidos y Japón, desarrollan una enorme expansión colonial en África, Asia y Oceanía.
Este imperialismo creará rivalidades entre las principales potencias que conducirán a la Primera Guerra Mundial, preludio de males mayores.
La cultura europea había vivido una de sus épocas más florecientes y se sumía en una importante crisis de identidad.
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