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Guerra de Vietnam Las peculiares circunstancias de la presencia norteamericana en el conflicto del sudeste asiático -y, particularmente, el hecho de tratarse de una guerra perdida debido a la opinión pública estadounidense y a pesar de la superioridad militar- explican la diversidad de tratamientos fílmicos, desde la justificación inicial (Boinas verdes) al rechazo que se hace eco de esa opinión pública en obras no por casualidad ambientadas en territorio norteamericano, lejos del escenario bélico (El regreso, El cazador, Los visitantes). Precisamente ese espacio se convierte en el ámbito vital donde tienen lugar los mejores "ajustes de cuentas" con la incomprensible intervención de EE.UU. a través de historias donde se subrayan la amargura, el hastío vital, las heridas inborrables y hasta la condena a vivir que supuso la presencia en Vietnam (Nacido el cuatro de julio, Birdy, Amores que esperan). Las mejores películas sobre Vietnam son puestas en escena de tal impacto que suponen un juicio a la irracionalidad de cualquier guerra y al militarismo como sustento ideológico, como es el caso evidente de Apocalypse Now y La chaqueta metálica, y en menor medida, de Platoon o Good morning, Vietnam. Otros filmes relevantes (Jardines de piedra, Corazones de hierro) tienen una lectura más compleja y ambigua; se sitúan en un cine de crítica humanista más o menos convencional (El cielo y la tierra, Brian, soldado de primera clase); o se encuadran dentro del género de cine bélico (La colina de la hamburguesa, War bus).
Junto a los tratamientos dramático-realistas hay hipérboles bélicas próximas al cómic, como es el ciclo Rambo y sus epígonos, donde el espectáculo de la violencia está al servicio de argumentos que deshistorizan el conflicto y, a la postre, legitiman la presencia y los métodos brutales del héroe americano; no en vano se trata de filmes producidos en los años ochenta, durante el mandato conservador de Ronald Reagan. La trascendencia de Vietnam para la sociedad norteamericana queda puesta de manifiesto en esos veteranos presentes en numerosos filmes de intriga policíaca y en dramas que, atormentados por el trauma de la guerra y convertidos en nihilistas, desarrollan comportamientos delictivos y conductas psicópatas, como el protagonista de Taxi Driver. Pero también está en el trasfondo de las críticas de la generación post-sesentayocho (Hail, héroe).
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