Teoría-Esquema-Actividades-Ideas
Introducción.
Movimiento literario de mediados del siglo XIX que intentó reflejar la realidad cotidiana con toda fidelidad. Se opone al romanticismo.
Características.
El escritor habla sobre lo que tiene más próximo y conoce mejor.
Es la base para poder contar las cosas como son en realidad.
El autor narra las cosas con objetividad; sin implicarse ni reflejar sus sentimientos.
La novela es el género más apropiado para reflejar la realidad con todo detalle.
El escritor intenta enseñar algo al lector.
El lenguaje es preciso y sin adornos.
Benito Pérez Galdós.
Nació en Las Palmas en 1843 y murió en Madrid en 1920. Estudió Derecho pero se dedicó a la literatura y a la política. Escribió muchas obras, fue muy prolífico (80 novelas).
Describió la vida y sociedad de su época en sus obras con todo detalle.
Episodios Nacionales, Marianela, Fortunata y Jacinta, Misericordia.
Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida sobre la frente; sobre ella, pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergeño y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesta de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Faltábanle sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podía creerse que hacía las veces de ésta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo. |
Leopoldo Alas Clarín.
Nació en Zamora en 1852 y murió en Oviedo en 1901. Usó el seudónimo de Clarín y estudió y vivió en Oviedo, donde fue catedrático de Derecho.
Destaca "La Regenta" que es considerada la mejor novela del siglo XIX. En ella hace una descripción minuciosa y detallada del ambiente hipócrita y corrompido de Vetusta; ciudad que parece ser Oviedo. Critica a los personajes que aparentan ser buenos para esconder su maldad. También escribió cuentos como "Adiós cordera".
La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegados a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo. |
Juan Valera.
Nació en Cabra (Córdoba) en 1824 y murió en Madrid en 1905. Era de familia aristocrática y poseía una gran cultura. Fue embajador en varios países y miembro de la Real Academia de la Lengua.
Escribió novelas importantísimas como "Pepita Jiménez" y "Juanita la Larga".
Don Paco, entre tanto, si
bien daba ya menos pretexto a la murmuración, se sentía
más enamorado que nunca de Juanita. Pensaba en sus
dulces desdenes, recapacitaba sobre ellos, hacía
doloroso examen de conciencia y miraba y cataba la herida
de su corazón, como un enfermo contempla con amargo
deleite la llaga o el cáncer que le lastima en el que
prevé la causa de su muerte. Toda la vida había Sido don Paco el hombre más positivo y menos romántico que pueda imaginarse. Aquel imprevisto sentimentalismo que se le había metido en las entrañas y se las abrasaba, le parecía tan ridículo que, a par que le afectaba dolorosamente, le hacía reír cuando estaba a solas, con risa descompuesta y que solía terminar en algo a modo de ataque de nervios. Don Paco dejó, pues, de ir todas las noches a casa de ambas Juanas; ya no veía a Juanita en la fuente y sola, porque él mismo había predicado para que no fuese, y, sin embargo, no acertaba a sustraerse a la obsesión que Juanita le causaba de continuo, presente siempre a los perspicaces ojos de su espíritu, así en la vigilia como en el sueño. Por dicha, no le atormentaban los celos. Juanita zapeaba, donosa o duramente, a cuantos mozos la pretendían, y lo que es Antoñuelo iba ya con menos frecuencia a casa de Juanita. Según en el lugar se sonaba, andaba él muy extraviado, frecuentando las tabernas en harto malas compañías y pasando muchas noches en francachelas y jaranas. Villalegre no era el único teatro de sus proezas, sino que, a pesa de las amonestaciones y reprensiones de su padre, a menudo muy duras, se solía ir de parranda al campo o a algunos lugares cercanos, y en dos o tres días no aparecía por su casa. Don Paco no tenía, pues, rivales. Parecía completamente dueño del campo; pero el campo estaba tan bien atrincherado, que don Paco no lograba entrar en él y se quedaba fuera como los otros. No desistió por eso de ir por las noches a casa de ambas Juanas, aunque no de diario. |
José María de Pereda.
Nació en Polanco (Cantabria) en 1833 y murió en Santander en 1906. Quiso ser militar y se dedicó a la política a la industria y a la literatura.
En la mayoría de sus obras se dedicó a pintar las costumbres, los tipos y los paisajes de su tierra. Escribió novelas importantes como "El sabor de la tierruca", "Peñas arriba", "Sotileza" y "La Puchera".
De pronto percibieron sus
oídos un pavoroso rumor lejano, como si trenes
gigantescos de batalla rodaran sobre suelos abovedados;
sintió en su cara la impresión de una ráfaga húmeda y
fría, y observó que el sol se oscurecía y que sobre la mar
avanzaban, por el Noroeste, grandes manchas rizadas, de
un verde casi negro. Al mismo tiempo gritaba Reñales: -¡Abajo esas mayores...! ¡El tallaviento! Y Andrés, helado de espanto, vio a aquellos hombres tan valerosos abandonar los remos y lanzarse, descoloridos y acelerados, a cumplir los mandatos del patrón. Un solo instante de retardo en la maniobra hubiera ocasionado el temido desastre; porque apenas quedó izado el tallaviento, una racha furiosa, cargada de lluvia, se estrelló contra la vela, y con su empuje envolvió la lancha entre rugientes torbellinos. Una bruma densísima cubrió los horizontes, y la línea de la costa, mejor que verse, se adivinaba por el fragor de las mares que la batían, y el hervor de la espuma que la asaltaba por todas sus asperezas. Cuanto podía abarcar entonces la vista en derredor, era ya un espantoso resalsero de olas que se perseguían en desatentada carrera, y se azotaban con sus blancas crines, sacudidas por el viento. Correr delante de aquella furia desatada, sin dejarse asaltar de ella, era el único medio, ya que no de salvarse, de intentarlo siquiera. Pero el intento no era fácil, porque solamente la vela podía dar el empuje necesario, y la lancha no resistiría sin zozobrar, ni la escasa lona que llevaba en el centro. Andrés lo sabía muy bien; y al observar cómo crujía el palo en su carlinga, y se ceñía como una vara de mimbre, y crepitaba la vela, y zambullía la lancha su cabeza, y tumbaba después sobre un costado, y la mar embestía por todas partes, no preguntó siquiera por qué el patrón mandó arriar él tallaviento y armar la unción en el castillo de proa. Más que lo que la maniobra significaba en aquel momento angustioso, heló la sangre en el corazón de Andrés el nombre terrible de aquel angosto lienzo desplegado a la mitad de un palo muy corto: ¡La Unción! Es decir, entre la vida y la muerte. Por fortuna, la lancha resistió mejor que el tallaviento; y con su ayuda, volaba entre el bullir de las olas. Pero éstas engrosaban a medida que el huracán las revolvía; y el peligro de que rompieran sobre la débil embarcación crecía por instantes. Para evitarle, se agotaban todos los medios humanos. Se arrojaron por popa los hígados del pescado que iba a bordo, y se extendió por el mismo lado el tallaviento flotante. Se conseguía algo, pero muy poco, con estos recursos... Huir, huir por delante...! Esto sólo, no resignarse a perecer. Y la lancha seguía encaramándose en las crestas espumosas, y cayendo en los abismos, y volviendo a erguirse animosa para caer enseguida en otra sima más profunda, y ganando siempre terreno, y procurando, al huir, no presentar a las mares el costado. De tiempo en tiempo, los pescadores clamaban fervorosos: -Virgen del Mar, adelante...! ¡Adelante, Virgen del Mar! |
Introducción. Definición. |
Características. La realidad cotidiana. La observación. La objetividad. Género preferido. Finalidad didáctica. Estilo. |
Galdós. Su vida. Su obra. Obras. |
Clarín. Su vida. Su obra. |
Juan Valera. Su vida. Su obra. |
José María de
Pereda. Su vida. Su obra. |
1ª.- Lee con atención el texto y realiza las actividades que se te indican.
Benigna (Nina), la criada
de doña Paca. una señora rica, venida a menos,
oculta a su ama la terrible situación económica
en la que se encuentran. Su misericordia es tan
grande, que llega a pedir limosna sin que ella lo sepa,
para que ambas puedan comer. Cuando, al recibir una herencia, el problema se
resuelve, su señora, de forma egoísta, la abandona a su
suerte. (En este capítulo, Nina ha llevado a casa de doña Paca a Frasquito, un lejano pariente de su señora, que también se ha arruinado y, además, está enfermo.) |
No encontró Nina en su casa grandes
novedades, como por tal no se tuviera, el contento de
doña Paca, que no cesaba de alabar la finura de su
huésped. Propuso a Nina que se trajeran a Frasquito dos
botellas de jerez, pavo en galantina, huevo hilado y
cabeza de jabalí. -Sí, señora -respondió la criada-, todo eso traeremos, y luego nos vamos a la cárcel, para ahorrar a los tenderos el trabajo de llevarnos. ¿Pero usted se ha vuelto loca? Para esta noche haré unas sopas de ajo con huevos y sanseacabó. Crea usted que a este caballero le sabrán a gloria, acostumbrado como está a comistrajos indecentes. -Bueno, mujer. Se hará como tú quieras. -En vez de cabeza de jabalí, pondremos cabeza de ajo. -Creo, con tu permiso, que en todas las circunstancias, aunque sea sacrificándose, debe una portarse como quien es. En fin, ¿cuánto dinero tenemos? -Eso a usted no le importa, déjeme a mí que ya sabré arreglarme. Cuando se acabe, no es usted quien ha de ir a buscarlo. -Ya, ya sé que irás tú y lo buscarás. Yo no sirvo para nada. -Sí sirve usted. Y ahora, ayúdeme a pelar estas patatitas. -Lo que quieras. ¡Ah...!, se me olvidaba. Frasquito toma té... y como está tan delicadillo, hay que traerlo bueno. -Del mejor. Iré por él a China. -No te burles. Vas a la tienda y pides del que llaman mandarín. Y de paso te traes un quesito bueno de postre. -Sí, sí... eche usted y no se derrame. -Ya ves que está acostumbrado a comer en casas grandes. -Justamente: como la taberna del Boto, en la calle del Ave María... ración de guisado a real; con pan y vino, treinta y cinco céntimos. -Estás hoy que no se te puede aguantar. Pero a todo me avengo, Nina. Tú mandas. -¡Ay, si yo no mandara, bonitas andaríamos! Ya nos habrían mandado a San Bernardino o al mismísimo Pardo. Bromeando así llegó la noche, y cenaron frugalmente, alegres los tres y resignados con la pobreza, mal tolerable y llevadero cuando no falta un pedazo de pan con que matar el hambre. |
San Bernardino y El Pardo eran asilos de Madrid donde se recogía a los mendigos arrestados por la policía.
1.a.- Completa los datos de la ficha que va debajo.
El texto pertenece a la obra Su autor se llama Movimiento al que pertenece Pertenece al género literario
1.b.- Escribe el tema del texto en una oración.
1.c.- Escribe ahora un pequeño resumen del texto.
1.d.- Escribe a la derecha de cada característica del realismo, cómo se refleja en el texto de Galdós.
La realidad cotidiana. | |
Finalidad docente. | |
Expresiones coloquiales. |
1.e.- Divide el texto en las tres partes que tiene y escribe el nombre de la forma de expresión que se utiliza.
Parte Desde / hasta Expresión Primera Segunda Tercera
2ª.- Compara el Romanticismo con el Realismo completando la ficha siguiente.
Romanticismo | Realismo |
Ambientes exóticos y épocas remotas. | |
Subjetividad: el propio yo. | |
Intentan emocionar al lector. | |
Son idealistas. | |
Estilo exaltado y violento. |
3ª.- A continuación tienes una lista de escritores del Realismo y algunas de sus obras. Colócalas en su sitio correspondiente.
Galdós | La Regenta Sotileza |
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Clarín | Juanita la Larga Episodios Nacionales |
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Valera | Peñas arriba Pepita Jiménez |
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Pereda | Adiós cordera Fortunata y Jacinta |
Para estar seguro de que dominas el tema debes ser capaz de escribir todas las ideas del mismo. Si recuerdas el texto que explica cada idea es que ya has asimilado la lección.
Introducción.
Características.
Benito Pérez Galdós.
Leopoldo Alas Clarín.
Juan Valera.
José María de Pereda.
Teoría-Esquema-Actividades-Ideas