Cervantes y El Quijote

Teoría-Actividades


Teoría:

Miguel de Cervantes Saavedra

Nació en el año 1547 en Alcalá de Henares en el seno de una familia humilde. Estudió con el humanista López de Hoyos; pero no llegó a cursar estudios universitarios. Vivió algunos años en Valladolid y en Madrid. Después de pasar algún tiempo en Italia, se alistó en el ejército, participando en la famosa batalla de Lepanto contra los turcos.

Cuando regresaba a España fue apresado por los turcos y retenido en Argel durante cinco años. Fue rescatado por los padres Trinitarios que lo devolvieron a España. Ejerció los oficios de abastecedor de la Armada Invencible y, más tarde, de recaudador de impuestos. En ambos cargos tuvo problemas con la justicia por irregularidades en las cuentas y en más de una ocasión fue encarcelado; aunque no por mucho tiempo. Murió en Madrid el 23 de abril de 1616


Su obra

Escribió poesía y teatro, pero es en el género narrativo donde Cervantes demuestra sus dotes de escritor.

La principal obra dramática de Cervantes es La Numancia, tragedia donde describe la heroica defensa de la ciudad ante el ejército romano. También son muy importantes los entremeses: obras cortas de carácter cómico que se representaban en los entreactos de las comedias largas. Destacan los titulados El retablo de las maravillas y La guarda cuidadosa.

Como narrador escribió:


Don Quijote de la Mancha

Esta obra tiene dos partes: la primera se publica en el año 1605 y la segunda en el 1615. En 1614 había aparecido una segunda parte falsa firmada por Avellaneda, lo que hizo que Cervantes se apresurara a terminar su segunda parte.

El autor escribió esta obra para combatir al auge de las disparatados libros de caballerías, como él mismo dice en el prólogo: "...no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías...".

Para llevar a cabo esta idea, Cervantes escribe otro libro de caballerías. Don Quijote intenta ser un caballero andante como los que aparecen en los libros. Sirviéndose de él para parodiar los libros de caballerías del mismo modo que un cómico, al intentar poner en ridículo a un personaje, le imita y exagera sus rasgos.

Pero además de esta intención burlesca, en la obra hay un valioso reflejo de la sociedad: la lucha del idealismo, encarnado en Don Quijote, y el realismo, representado en su escudero Sancho Panza. Cervantes demuestra su dominio del lenguaje, ajustándolo en cada momento a la complejidad y riqueza de los temas tratados o a las situaciones relatadas.


Argumento de la obra

Alonso Quijano (Don Quijote) ha perdido la razón de tanto leer libros de caballerías. Esta locura hace que intente imitar las aventuras que ha leído: sale de su pueblo, vive una serie de aventuras y regresa a casa vencido y maltratado.

Don Quijote prepara unas viejas y estropeadas armas que han pertenecido a sus bisabuelos, se disfraza con ellas y sale por los caminos de la Mancha, tierra de honrados campesinos, con el propósito de impartir justicia, como decían los libros de caballerías que hacían los caballeros andantes. Llega a una venta que su imaginación transforma en castillo, se hace armar caballero en una ridícula ceremonia, busca algunas aventuras y vuelve a casa maltrecho y apaleado.

La segunda salida comprende el resto de la primera parte. Don Quijote vuelve a escaparse de su casa, pero esta vez acompañado por un humilde vecino que va a servirle de escudero. La aparición de Sancho Panza enriquece enormemente las posibilidades expresivas de la novela, ya que va a servir de confidente a su amo; con lo que el diálogo adquirirá una gran importancia. Además, los personajes se contraponen y complementan influyéndose mutuamente. En esta salida se describen muchas aventuras y al final nuestro caballero andante es conducido con engaños a su aldea por el cura y el barbero que han salido a buscarlo.

Comprende la tercera y última salida. Nuevas aventuras, muchas de las cuales se desarrollan en la corte de unos duques que, por haber leído la primera parte, conocen la fama de Don Quijote y que para divertirse y burlarse de él fingen vivir en una corte caballeresca. Al final de esta segunda parte, el bachiller Sansón Carrasco, disfrazado también de caballero andante, reta y vence a Don Quijote, obligándole a volver a su casa. Allí recobra la razón y muere.


Textos

La Numancia

Así comienza la tragedia en la que de forma original Cervantes dramatiza el cerco de Numancia llevado a cabo por los romanos, y la caída de la misma en manos de Escipión sobre el año 130 a. de J.C.

(Salen primero Cipión y Yugurta.)

CIPIÓN.
Esta difícil y pesada carga,
que el Senado romano me ha encargado,
tanto me aprieta, me fatiga y carga,
que ya sale de quicio mi cuidado.
Guerra de curso tan extraño y larga
y que tantos romanos ha costado,
¿quién no estará suspenso al acabarla,
o quién no temerá de renovarla?

JUGURTA.
¿Quién, Cipión? Quien tiene la ventura
y el valor nunca visto que en ti encierras,
pues con ella y con él está segura
la victoria y el triunfo de estas guerras.

CIPIÓN.
El esfuerzo regido con cordura
allana al suelo las más altas sierras,
y la fuerza feroz de loca mano
áspero vuelve lo que está más llano.
Mas no hay que reprimir, a lo que veo,
la furia del ejército presente,
que, olvidado de gloria y de trofeo,
yace embebido en la lasciva ardiente.
Esto sólo pretendo, esto deseo
volver a nuestro trato a nuestra gente;
que, enmendado primero el que es amigo,
sujetaré más presto al enemigo.
¡Mario!

(Sale Gayo Mario.)

GAYO MARIO.
¿Señor?

CIPIÓN
Haz que a noticia venga
de todo nuestro ejército, en un punto,
que, sin que estorbo alguno le detenga,
parezca en este sitio todo junto,

porque una breve plática o arenga
les quiero hacer.

GAYO MARIO.
Harélo en este punto.

CIPIÓN.
Camina, porque es bien que sepan todos
mis nuevas trazas y sus viejos modos.

(Vase Gayo Mario.)

YUGURTA.
Séte decir, señor, que no hay soldado
que no te tema juntamente y te ame;
y porque ese valor tuyo extremado
de Antártico a Calisto se derrame,
cada cual con feroz ánimo osado,
cuando la trompa a la ocasión le llame,
piensa de hacer en tu servicio cosas
que pasen las hazañas fabulosas.

CIPIÓN.
Primero es menester que se refrene
el vicio que entre todos se derrama;
que si éste no se quita, en nada tiene
con ellos que hacer la buena fama.
Si este daño común no se previene,
y se deja arraigar su ardiente llama,
el vicio solo puede hacernos guerra
más que los enemigos de esta tierra.

(Dentro se echa este bando, habiendo
primero tocado a recoger el tambor.)

"Manda nuestro general
que se recojan, armados,
luego todos los soldados
en la plaza principal;
y que ninguno no quede
de parecer a esta vista,
so pena que de la lista
al punto borrado quede."

El retablo de las maravillas

A continuación puedes leer un fragmento de este entremés en el que Cervantes se burla de dos convenciones sociales muy importantes en aquella época: la limpieza de sangre y la legitimidad. El asunto de este entremés es así:

Chanfalla y la Chirinos llegan a un pueblo y dicen que van a montar un retablo (espacie de teatro de marionetas) maravilloso. Las escenas que van a representarse sólo podrán ser contempladas por aquellas personas que sean cristianos viejos, sin antepasados árabes o judíos, o hijos legítimos. Así los dos pícaros engañan a las gentes acomodadas del pueblo, que no se atreven a confesar que no ven nada por temor a ser tachados de cristianos conversos o hijos bastardos. Solamente un hombre sencillo, que no hace caso de los prejuicios sociales, se atreve a declarar abiertamente que él no ve nada en el retablo. La representación acaba a golpes y cuchilladas; pero los pícaros se proponen seguir con la farsa, porque saben que es muy fácil contar con la hipocresía y perjuicios de la gente.

CHANFALLA.
Yo, señores míos, soy Montiel, el que trae el Retablo de las Maravillas: hanme enviado a llamar de la corte los señores cofrades de los hospitales, porque no hay autor de comedias en ella, y perecen los hospitales, y con mi vida se remediará todo.

EL GOBERNADOR.
¿Y qué quiere decir Retablo de las Maravillas?

CHANFALLA.
Por las maravillosas cosas que en él se enseñan y muestran, viene a ser llamado Retablo de las Maravillas; el cual fabricó y compuso el sabio Tontonelo debajo de tales paralelos, rumbos, astros y estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones, que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran, que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido y procreado de sus padres de legítimo matrimonio; y el que fuere contagiado de estas dos tan usadas enfermedades, despídase de ver las cosas jamás vistas ni oídas, de mi retablo.

BENITO REPOLLO.
Ahora echo de ver que cada día se ven en el mundo cosas nuevas. Y ¡qué! ¿Se llama Tontonelo el sabio que el Retablo compuso?

LA CHIRINOS.
Tontonelo se llamaba, nacido en la ciudad de Tontonela; hombre de quien hay fama que le llegaba la barba a la cintura.

BENITO REPOLLO.
Por la mayor parte, los hombres de grandes barbas son sabihondos.

EL GOBERNADOR.
Señor regidor Juan Castrado, yo determino, debajo de su parecer, que esta noche se despose la señora Teresa Castrada, su hija, de quien yo soy padrino, y en regocijo de la fiesta, quiero que el señor Montiel muestre en vuestra casa su Retablo.

JUAN CASTRADO.
Esto tengo yo por servir al señor Gobernador, con cuyo parecer me convengo, entablo y arrimo, aunque haya otra cosa en contrario.

El coloquio de los perros

Así comienza la novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección que está en la ciudad de Valladolid, a quienes comúnmente llaman los perros de Mahudes.

CIPIÓN.- Berganza amigo, dejemos esta noche el Hospital en guarda de la confianza y retirémonos a esta soledad y entre estas esteras, donde podremos gozar sin ser sentidos desta no vista merced que el cielo en un mismo punto a los dos nos ha hecho.

BERGANZA.- Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de la naturaleza.

CIPIÓN.- Así es la verdad, Berganza, y viene a ser mayor este milagro en que no solamente hablamos, sino en que hablamos con discurso, como si fuéramos capaces de razón, estando tan sin ella que la diferencia que hay del animal bruto al hombre es ser el hombre animal racional, y el bruto, irracional.

BERGANZA.- Todo lo que dices, Cipión, entiendo, y el decirlo tú y entenderlo yo me causa nueva admiración y nueva maravilla. Bien es verdad que en el discurso de mi vida diversas y muchas veces he oído hablar grandes prerrogativas nuestras; tanto, que parece que algunos han querido sentir que tenemos un natural distinto, tan vivo y tan agudo en muchas cosas, que da indicios y señales de faltar poco para mostrar que tenemos un no sé qué de entendimiento capaz de discurso.

CIPIÓN.- Lo que yo he oído alabar y encarecer es nuestra mucha memoria, el agradecimiento y gran fidelidad nuestra; tanto, que nos suelen pintar por símbolo de la amistad; y así, habrás visto (si has mirado en ello) que en las sepulturas de alabastro, donde suelen estar las figuras de los que allí están enterrados, cuando son marido y mujer, ponen entre los dos, a los pies, una figura de perro, en señal que se guardaron en la vida amistad y fidelidad inviolable.

BERGANZA.- Bien sé que ha habido perros tan agradecidos que se han arrojado con los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura. Otros han estado sobre las sepulturas donde estaban enterrados sus señores, sin apartarse de ellas, sin comer, hasta que se les acababa la vida. Sé también que, después del elefante, el perro tiene el primer lugar de parecer que tiene entendimiento; luego, el caballo, y el último, la jimia.

CIPIÓN.- Ansí es; pero bien confesarás que ni has visto ni oído decir jamás que haya hablado ningún elefante, perro, caballo o mona; por donde me doy a entender que este nuestro hablar tan de improviso cae debajo del número de aquellas cosas que llaman portentos, las cuales, cuando se muestran y parecen, tiene averiguado la experiencia que alguna calamidad grande amenaza a las gentes.


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Actividades:

1ª.- Lee el texto perteneciente al Quijote que va a continuación. Utiliza el diccionario si no entiendes alguna palabra.

LA AVENTURA DE LOS MOLINOS DE VIENTO
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero.

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briarco, me lo habéis de pagar.

Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió al primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

-¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

-Dios lo haga como puede -respondió Sancho.

Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba.


1a.- Responde a las siguientes preguntas sobre la obra.

¿Cuál es el nombre de la obra?

¿Quién fue su autor?

¿En qué año se publicó la primera parte?

¿Y la segunda parte?

¿Cuál era el nombre real del protagonista?

¿Por qué no es una novela de caballerías?


1b.- Resume la aventura de los molinos de viento.


1c.- Responde a las preguntas sobre el texto.

¿Por qué don Quijote quiere luchar contra los molinos?

¿Por qué al final sigue pensando que eran gigantes?


1d.- Escribe algunas palabras o expresiones que te suenen a castellano antiguo.



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