Un trasplante consiste en reemplazar células, órganos o tejidos dañados o lesionados irreversiblemente, por otros en buen estado. En determinados pacientes constituyen la única oportunidad para continuar con vida y para otros es la mejor alternativa de tratamiento. Las células, tejidos u órganos pueden proceder de un individuo vivo o muerto que se llama DONANTE, en contraposición al enfermo que es el RECEPTOR. - En vida se pueden donar: riñones, pulmón, fragmentos de hígado, sangre, médula ósea, sangre del cordón umbilical (en recién nacidos) y tejido óseo (del hueso).
- Una vez fallecido, si los órganos están en buen estado, se pueden donar: riñones, hígado, corazón, pulmón, páncreas, intestino, córnea del ojo, huesos, piel. Hasta finales de la década de los cincuenta el diagnóstico y la declaración de muerte de una persona se basaba, desde el punto de vista médico-legal, en la ausencia de latidos cardíacos y de respiración, lo que dificultaba los trasplantes. Actualmente, se considera que una persona ha fallecido cuando se produce la muerte del cerebro, la cual se confirma mediante los encefalogramas.
En función del donante podemos hablar de varios tipos de trasplantes: 1) Autoinjerto (autotrasplante): se trasplanta el tejido de una parte sana del cuerpo a otra dañada de la misma persona. El paciente actúa como donante y receptor a la vez. Ej.: trasplantes de piel. 2) Isoinjerto (isotrasplante): el órgano es trasplantado entre individuos genéticamente idénticos (gemelos univitelinos). 3) Aloinjerto (homotrasplante): el órgano es trasplantado entre individuos que no son genéticamente idénticos, aunque se busca que coincidan en determinados genes. Constituyen la mayoría de los trasplantes. 4) Xenoinjerto (heterotrasplante): en este caso el órgano utilizado procede de un donante de otra especie diferente a la del receptor, aunque relativamente próxima genéticamente. Se han utilizado, por ejemplo, monos o cerdos.
En el caso de los aloinjertos y xenoinjertos es habitual que se produzca rechazo, el cual consiste en la destrucción del órgano trasplantado por parte del organismo del enfermo. Esto se produce porque el sistema inmune reconoce al órgano trasplantado como algo extraño e intenta destruirlo para defenderse de él. El rechazo dura toda la vida y para evitarlo se administran al enfermo inmunosupresores (medicamentos que bajan las defensas) y se buscan donantes lo más compatibles posible (lo más parecido genéticamente al receptor para evitar el rechazo).
España es uno de los países donde hay más donantes en proporción al número de habitantes, además contamos con una Organización Nacional de Trasplantes muy desarrollada y eficaz. Somos un país muy solidario en este tema, pero todavía mucha gente se resiste a ser donantes por motivos éticos, culturales, religiosos o porque duda de los médicos. Con el fin de salvar algunas de las reticencias de las personas a la donación, la legislación de la mayoría de los países prohíbe la venta y compra de órganos: la donación debe ser siempre gratuita, sin que pueda haber una compensación por ella. Además, el donante debe haber manifestado en vida su interés por donar órganos.
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