Todos los
puntos de la Tierra que se encuentran sobre el mismo meridiano tienen la
misma hora solar. Por tanto, si utilizásemos los relojes solares para medir
el tiempo, ocurriría que ciudades de un mismo país que se encontrasen en
distintos meridianos tendrían diferentes horas en el mismo instante.
Esto no representó ningún
problema durante siglos, pero al generalizarse los viajes de largo recorrido
empezaron a aparecer los problemas, como por ejemplo, ¿qué hora utilizar,
la de la ciudad origen o la de destino?. Así, en 1884, la Convención
Internacional de Washington decide la unificación horaria creando los husos
horarios.
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