Las reformas realizadas fueron muy tímidas, debido a la resistencia de los sectores más conservadores del poder, encabezados por el propio presidente Arias Navarro.
La falta de sintonía personal y política entre el monarca y el presidente del gobierno, así como el estancamiento político y la conflictividad social de la primavera de 1976, provocaron la dimisión de Arias Navarro el 1 de julio, a petición del rey.
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