La historia filmada


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Guerra Fría
Con relativa frecuencia la amenaza comunista se dirige especialmente a las convicciones religiosas (Mi hijo John, Satanás nunca duerme) y hasta estas legitiman el anticomunismo (La señora de Fátima). Los escenarios del Este son países sin nombre, la Unión Soviética, China y otros países orientales (Aventura en Shanghai, La sombra del zar amarillo, Tokyo File 212), Europa (Guerrilla Girl). En el cine español de los cincuenta hay un ciclo de películas anticomunistas.

El relativo realismo de algunos tratamientos da paso a relatos de política-ficción, frecuentemente en clave bélica (Battle Beneath the Earth, Invasion USA, Amanecer rojo, The Lost Missile, Marea roja ) o a relatos que llaman la atención sobre el peligro antidemocrático del anticomunismo, como la magnífica Siete días de mayo. En su forma más genérica, el cine de la guerra fría da lugar a ciclos sobre agentes del tipo James Bond que dan por supuesta la maldad de los antagonistas sin caracterizaciones ideológicas ni referencias históricas precisas, aunque en algunos casos (El espía que surgió del frío, La gran amenaza, Pendiente de un hilo, El silencioso) haya un talante documental y quede reflejado el clima de la época. Otros productos de distintos géneros revelan el mismo trasfondo de confrontación de la guerra fría, como, El diablo de las aguas turbias, Estación polar Cebra, Estado de alarma, etc. en algunos de los cuales, la desconfianza de la tensión entre los bloques se basa en el peligro nuclear, con historias sobre la escalada armamentística o el robo de secretos atómicos (Manos peligrosas, El FBI entra en acción, Rapto en Hamburgo, El regreso del gángster, Project X, Sofía, Tangier Incident). Aunque el tratamiento suele ser dramático, sobresalen algunas comedias que, al final del ciclo, ponen en cuestión el equilibrio de terror propio de la guerra fría, como Teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú? o ¡Que vienen los rusos!.