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La historia filmada: el malestar del espectáculo
Cualquier historiador tiene memoria de las muchas películas del convencionalmente llamado cine histórico que le han defraudado o, incluso, le han producido indignación por los anacronismos, esquematizaciones, tergiversaciones y todo tipo de errores con que se plasman determinados sucesos históricos. Y lamenta que el conocimiento popular de buena parte de la historia provenga de un cine más interesado en la diversión, el espectáculo y hasta en la pseudocultura promovida por las películas ambientadas en el pasado que en el conocimiento histórico riguroso, en los propios hechos históricos como objetos de reflexión creativa para el ciudadano. Uno de los más interesantes estudiosos sobre Historia y Cine, Robert Rosenstone , establece seis conclusiones que dan cuenta de ese malestar del espectáculo al tiempo que, en el caso de la última, muestran sus potencialidades:
1. El filme histórico tradicional explica la historia como una narración con principio, desarrollo y final que lleva implícito un mensaje moral donde se postula, de forma optimista, el devenir histórico como progreso.
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